lunes, 19 de febrero de 2007

Entrevista a Carmen Martínez Ten

Os dejo la entrevista que ha realizado El Pais a la presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), en la que hace alguna referencia a Garoña.


Carmen Martínez Ten ha cambiado de despacho. Sigue en la planta noble del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), pero tras 11 años en el consejo (cinco de ellos como consejera), ha pasado a la presidencia. Conoce la casa y el sector y quiere hacerlo más transparente. Martínez Ten, nacida en 1953, médica de formación, quiere dejar atrás la turbulenta etapa de María Teresa Estevan Bolea al frente del CSN, que concluyó con el Congreso censurando al organismo por su actuación en 2005 en el incidente de Vandellòs II (Tarragona). Habla pausada y continuamente se refiere al suceso, el más grave desde 1989.

Pregunta. ¿Qué es lo primero que les ha pedido a las nucleares?

Respuesta. Más transparencia e inversiones. Hay que invertir en seguridad y el consejo va a pedir las inversiones necesarias desde el punto de vista técnico. En tercer lugar, que hagan un esfuerzo en investigación. Hay que investigar el envejecimiento de materiales, algo que nos importa porque el parque nuclear está en la mitad de su vida, en mejoras de instrumentación en combustible y cultura de seguridad.

P. Desde 1996, las nucleares redujeron la inversión y en los últimos tres años ha aumentado las paradas no programadas y los sucesos notificables. ¿Hay relación?

R. Las centrales realizaron grandes programas de sustitución de equipos a finales de los ochenta y principios de los noventa. Hubo grandes inversiones, cambios de generadores de vapor, tapas de la vasija, cambios de instrumentación analógica a digital, construcción de simuladores de las salas de control, más inversiones en seguridad física. Ha habido un paquete muy importante de inversiones y según los datos de que dispongo no creo que haya relación directa. Les estamos pidiendo transparencia a las centrales y después de Vandellòs II están haciendo un esfuerzo para informar de las deficiencias. Yo eso no lo relaciono con menos seguridad sino al revés.

P. El año pasado, el consejo acusó a la central de Vandellòs de "primar la producción sobre la seguridad", algo preocupante porque Endesa e Iberdrola son propietarias de Vandellòs y de casi todo el parque nuclear.

R. El nivel de seguridad del parque nuclear es bueno y queremos que sea excelente. La gestión de Vandellòs, en relación con el problema puesto de manifiesto en agosto de 2004 [la rotura de una tubería que llevaba 13 años degradándose con conocimiento de la planta] destaca por no ser buena. Eso supuso un punto de inflexión para el consejo y para los titulares y la central está haciendo un esfuerzo muy importante. Van a cambiar el sistema de refrigeración, y eso va a costar mucho dinero. Acabamos de remitir al Parlamento un informe que dice que la central está respondiendo a los requerimientos. Vandellòs ha sido un aldabonazo también para el consejo. A raíz de eso pedimos una auditoría al OIEA [la Agencia Internacional de la Energía Atómica], que mire nuestros sistemas de inspección incluyendo el sistema de trabajo.

P. Si les pide más transparencia es que no la tienen.

R. El sector nuclear es un sector puntero pero piensa que la sociedad no lo acepta y se pone en una actitud absurdamente defensiva. Les he dicho que todos los problemas se tienen que poder explicar. Si algo no se puede explicar es que no debería ocurrir. Las nucleares han contado con los profesionales más brillantes de una generación. Los mejores ingenieros se iban al sector nuclear, porque era lo más avanzado, pero en un momento ven que la sociedad rechaza su trabajo y eso ha generado la actitud del caracol: "Da lo mismo lo que yo haga y diga porque no me entienden y no confían en mí".

P. El CSN está analizando la petición de Garoña, en Burgos, para funcionar más de 40 años. En EE UU y en otros países la tendencia es alargar a los 60 años la vida de las centrales. El consejo emitirá un informe aunque sólo es vinculante si es negativo. ¿Qué harán?

R. Acabo de asumir la presidencia y voy a esperar. La respuesta es "vamos a ver". No puedo decir si encontraremos o no problemas. Garoña ha hecho un gran esfuerzo de modernización. Me llama la atención que los gerentes de Vandellòs o Cofrentes (Valencia) vengan de allí . Cuando Vandellòs ha tenido un problema y ha sustituido su equipo directivo, algunos técnicos cualificados han llegado de Garoña. La central tiene un trabajo en equipo muy serio, pero veremos. Los análisis son muy complejos y no puedo adelantar nada.

P. ¿Se imagina un pleno votando dividido sobre Garoña, como ocurrió con el cierre de Zorita (Guadalajara)?

R. Puede pasar. Tenemos que ser capaces de aproximar opiniones y llegar a consensos, pero no pasa nada por tener distintas opiniones siempre que sean por motivos de seguridad.

P. No en función del partido político que te ha propuesto.

R. No en función de presiones que no tengan que ver con la seguridad y la protección radiológica.

P. ¿El Gobierno les ha hecho llegar algún mensaje? De la Vega habló públicamente del "próximo cierre" de Garoña.

R. Cuando tomamos posesión en La Moncloa, el presidente Zapatero nos dijo: "Espero de vosotros que hagáis bien vuestro trabajo y para mí será más fácil tomar la decisión si los informes del consejo son profesionales, solventes y técnicos". Eso vamos a hacer.

P. El Gobierno ha anunciado un plan de cierre nuclear. ¿Cómo ve el futuro de la energía nuclear?

R. No tengo que pensar en política energética, sino en la seguridad de las instalaciones, pero soy ciudadana y tengo opinión. Estamos en una situación muy complicada desde el punto de vista energético. Europa se está planteando ya la construcción de más centrales. Finlandia, el Reino Unido y muchos otros países se plantean reanudar sus programas nucleares. Está claro que el Gobierno intenta combinar el desarrollo económico y el medio ambiente y está impulsando las energías renovables y el ahorro energético. El Gobierno tendrá que echar cuentas sabiendo que el comisario de Energía, Andris Piebalgs, ha dicho que no se pueden sustituir centrales nucleares por centrales que emitan CO2. Todo esto crea una situación muy complicada y los Gobiernos tendrán que calcular sabiendo que estamos ante un problema muy grave que es el cambio climático.

P. ¿Cree que en 20 años habrá un renacer nuclear en el mundo?

R. Las señales que llegan desde muchos países es que sí habrá un auge nuclear. Rusia, China, India, Inglaterra, Finlandia, ya lo están diciendo. Vamos a ver.

P. Tras el 11-S hubo que cambiar la ruta del puente aéreo porque sobrevolaba Zorita. ¿Le preocupa un ataque terrorista?

R. Tras el 11-S, hemos desarrollado programas de protección física de las instalaciones como, por ejemplo, el análisis de las rutas aéreas y hemos instalado cámaras de infrarrojos y nos hemos coordinado con las fuerzas de seguridad y ahora tenemos un buen nivel de seguridad. Hay que estar atento, pero no es ahora mismo lo que más me preocupa. Una central da la impresión de ser una instalación militar, con doble vallado y alambres de espino. Es la penalización del tiempo que vivimos.

P. El Congreso tramita la reforma de la Ley del Consejo, ¿qué espera?

R. De Vandellòs también surgen varias reformas. La reforma legal me parece una oportunidad, porque la ley es de 1980. Me parecen muy importantes dos ejes de la reforma: la mayor relación con el Parlamento de esta casa y el aumento de la transparencia con los ciudadanos, ecologistas, sindicatos y ayuntamientos.

P. Los ecologistas piden que las multas dependan del beneficio de las empresas. La sanción a Vandellòs fue de 1,6 millones, lo que gana la planta en tres días.

R. Hemos propuesto modificar el cuadro sancionador, porque actualmente es injusto: trata igual a las instalaciones radiactivas y a las nucleares, pese a que el riesgo es muy diferente. Las cuantías eran muy bajas y nuestra propuesta de sanción está por encima del resto de sectores y hemos triplicado las que existían. Calcular los beneficios de las centrales tiene problemas prácticos.

P. Hace un año, el consejo aprobó la reforma del reglamento de instalaciones nucleares y radiactivas que creaba la figura del chivato en las centrales, pero no se ha aprobado. ¿Por qué?

R. Necesitamos ese texto urgentemente porque se nos ha quedado antiguo el reglamento. El real decreto está en tramitación por el Gobierno, pero la mesa de diálogo sobre el futuro de la energía nuclear planteó acompasar la ley para que no hubiera contradicciones. No se puede aprobar un decreto que luego se vea contradicho por la ley. El decreto es importante porque los trabajadores de las centrales tendrán que denunciar los fallos que vean, primero a la planta y, si no hacen nada, al consejo. Ése es un punto importante. Entre otras cosas, tenemos un problema de gestión diaria con los hospitales. Tenemos que autorizar cada vez que necesitan una pequeña partida de Iodo-131 o cualquier otro isótopo. Eso ralentiza la gestión de cada día y el decreto lo soluciona.

P. ¿Le dan mucho trabajo los hospitales?

R. Cada vez más. Estos datos tan optimistas de que estamos a punto de curar el 60% de los cánceres tiene mucho que ver con la radioterapia. Hace años se pensaba que la radioterapia era matar pulgas a cañonazos y que el futuro era la quimioterapia. Ahora, la unión entre la radioterapia y la informática ha conseguido un milagro, que puedas matar las células que quieres tratar sin afectar el tejido sano. A veces me apena que el consejo sólo sea conocido por las centrales nucleares. Hacemos este trabajo que no se ve: el control de los aparatos y de las 80.000 personas que trabajan con estos aparatos. Ese trabajo es muy importante.

A ver que pasa finalmente con la central...

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