lunes, 16 de enero de 2012

A-L-U-C-I-N-A-N-T-E

Por darle un gusto al maitre…

¿Por qué demonios el barco se acercó tanto a la isla de Giglio? Esa es la pregunta que asedia a muchos desde que el pasado viernes por la noche la nave Costa Concordia chocará allí con una roca, abriéndose un enorme boquete en su casco por el que en cuestión de minutos entrarone centenares de litros de agua. Y la respuesta no podía ser más baladí: porque el capitán de la nave se empeñó en hacerle una homenaje a un colega del barco, natural de esa isla... 

Francesco Schettino, el hombre al timón del Costa Concordia, decidió la peligrosísima maniobra de aproximarse en exceso a la isla de Giglio en deferencia al maitre del barco, Antonello Tievoli, y en homenaje también a Mario Palombo, un ex cpaitán de Costa Crocera ya jubilado que vive en la ínsula de marrás. 

Además, acercándose a aquel pedazo de tierra el caitán Schettino cumplía con una supuesta tradición, ya que los cruceros que pasan por esa zona tiene la costumbre de acercarse a saludar a los habitantes de Giglio haciendo sonar la sirena del barco. Una maniobra que en jerga marinera se conoce como "la reverencia".

"Un gran naufragio por un pequeño favor", titula hoy en primera página el Corriere della Sera. "No fue ni siquiera un gesto hacia los pasajeros, ellos no tenían nada que ver, de los altavoces no salió ni un solo anuncio sobre la isla de Giglio. Fue un gesto autoreferencial, la aplicación de un código interno de cortesía con la tripulación", sentencia el rotativo. El gusto de decirle al maitre: 'Mira, ahí está tu isla'. 

En esa estúpida frivolidad estaría el origen del naufragio. Y lo que siguió fue un ejemplo cada vez más lamentable del comportamieno del capitán Schettino. 

Para empezar, tardó una hora en dar a la alarma a la Capitanía del Puerto de Livorno. De hecho, antes de él informara algunos carabinieri ya sabían que algo iba mal porque numerosos pasajeros les habían llamado para informarles de que el barco se estaba inclinando. 

Pero lo peor vino luego, cuando el capitán Schettino abandonó la nave mientras aún quedaban en la misma cientos por evacuar. Según se ha sabido ahora, varios miembros de la guardia costiera no daban crédito a sus ojos cuando le vieron sobre un peñasco en la isla de Giglio, mientras en el interior del Costa Concordia todavía había mucha gente y se vivían escenas de pánico.

"Capitán, debe volver a bordo, es una orden, no puede abandonar la nave", le exhortaron varias veces mienbros de la guardia costera e incluso oficiales de de la Capitanía del Puerto de Livorno. 

Pero ni caso: Schettino se enmpeñaba en coordinar desde tierra las tareas de evacuación. Sin embargo, eso sí, se ofreció a ir al barco a recuperar la caja negra (que en realidad es naranja). Un ofrecimiento que, en vista de su comportamiento, desató las sospechas de que quisiera manipularla. 
Fuente: el mundo

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