martes, 20 de noviembre de 2012

Lo nunca visto

EEUU podría convertirse en exportador neto de petróleo el año que viene
Las reservas de gas natural en suelo estadounidense ya han dado lugar a debates sobre su posible exportación. Pronto será el turno del petróleo.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que EEUU podría convertirse en un exportador neto de petróleo en torno a 2030. Es una perspectiva tentadora. Pero las exportaciones de petróleo ocuparán los titulares mucho antes de 2030. Posiblemente el año que viene.

Las exportaciones de petróleo sufren fuertes restricciones. Los productos refinados como la gasolina pueden enviarse al extranjero con más facilidad –de hecho, EEUU pasó a ser exportador neto el año pasado por primera vez desde 1949–. Las refineras han ido incrementando sus ventas en mercados extranjeros conforme se reducía la demanda nacional a consecuencia de la debilidad económica y de los esfuerzos por ahorrar energía.

La presión para exportar petróleo no crecerá porque EEUU deje de necesitar importaciones de la noche a la mañana. El Departamento de Energía espera que la importaciones netas cubran el 39% del consumo doméstico de petróleo en 2013. Se trata, más bien, de un problema de logística.

El rápido aumento de la producción de petróleo costa adentro en EEUU en regiones como Dakota del Norte, unido a la creciente aportación de las arenas petrolíferas canadienses, ha generado un excedente en la zona central del país.

Debido a ello, las variedades nacionales se venden más baratas que referentes internacionales como el Brent. El West Texas Intermediate, o WTI, opera a unos 87 dólares el barril, 22 dólares –un 20%– por debajo del Brent. Las variedades más interiores a menudo alcanzan precios aún más bajos.

Aunque las refineras, los operadores de oleoductos y las empresas ferroviarias están haciendo inversiones para llevar este crudo más barato a mercados como la Costa Este, el actual entramado logístico sigue favoreciendo a la costa del Golfo de México. Esta región alberga casi la mitad de la capacidad de refinado estadounidense. Las refinerías de la costa del Golfo de México trabajan a pleno rendimiento.

Además, muchas se construyeron en previsión de una realidad mundial en la que EEUU importase grandes cantidades de crudo pesado con alto contenido de azufre, mientras que gran parte de la producción de los crecientes yacimientos terrestres es ligera y con bajo contenido de azufre, o “dulce”.

En la actualidad, la Costa del Golfo procesa algo menos de 800.000 barriles diarios de petróleo ligero y dulce importado, según analistas de Raymond James.

Conforme aumente la producción marítima de petróleo, estas importaciones de crudo ligero y dulce se verán reemplazadas por barriles domésticos. Raymond James calcula que esto ocurrirá en la segunda mitad de 2013.

Las refineras de la Costa del Golfo renovarán sus plantas para que usen más crudo ligero, de producción nacional. Pero parece inevitable que la región central registre un excedente cada vez mayor de estos barriles, dadas las pocas alternativas para llegar al mercado.

Podría producirse, por tanto, una reacción de las empresas de exploración y producción de cara a relajar las restricciones a las exportaciones de petróleo, como lo están haciendo con el gas natural. El gas representa dos terceras partes de la producción del sector de exploración y producción (E&P). Sin embargo, los beneficios, y la evolución del precio de las acciones, son más ajustados en el caso del petróleo.

De igual forma, la otra parte de la industria, es decir, las refineras, podrían resistirse a los cambios. Al igual que las petroquímicas como Dow Chemical, que obtienen buena parte de sus beneficios del gas nacional, las refinerías capaces de procesar crudo nacional barato disfrutan de beneficios extraordinarios. Si se examina la media de tres meses consecutivos, el margen de beneficios por la gasolina vendida en la región de la Costa del Golfo sobre el WTI es de unos 28 dólares el barril, cerca de su máximo histórico.

Los beneficios de un crudo más barato recaen primeramente en las refineras. Dado que la gasolina que se produce en la Costa del Golfo se puede vender en cualquier lugar, los estadounidenses deben pagar por ella. Para cambiar eso habría que implantar barreras a las exportaciones de productos refinados, un proteccionismo que rechazan tanto las refineras como el resto del mundo.

Tanto los políticos como los inversores deberían tener en cuenta que si las empresas de E&P se ven obligadas a vender petróleo a precios cada vez más bajos por las limitaciones logísticas y comerciales, tendrán que reducir su producción. Llegado ese momento, las previsiones de la AIE no tendrían sentido, y todo el mundo acabaría pagando más.
Fuente: Expansión

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