Repsol esquiva las ‘zonas calientes’
La petrolera está decidida a primar inversiones en zonas políticamente más estables como EE UU
En Repsol prefieren no explayarse sobre las noticias publicadas por The Wall Street Journal en torno a la compra de una compañía de prospección y exploración de petróleo en EE UU, pero sí confirman su interés por centrarse en países estables. “No es que vayamos a salir de los países difíciles”, explica Miguel Martínez, director general económico financiero y de desarrollo corporativo de Repsol, “pero sí nos estamos moviendo a países más estables, OCDE, dispersando geográficamente nuestra cartera de exploración (ahora en 30 países) e invirtiendo más en los estables como EE UU, Canadá, Irlanda, Noruega, y menos en los otros”.
No cabe duda de que la lógica aversión al riesgo de la compañía se ha acrecentado tras la expropiación de YPF, una actitud que se ha visto reforzada con la escalada de la tensión en Libia, una de las primeras zonas de producción de Repsol en el mundo, ya que allí produce 40.000 barriles de los 370.000 barriles totales de crudo. Además, la diversificación emprendida por la compañía es ahora más posible que antes, una vez que, en los últimos años, el maná del petróleo y del gas ha empezado a caer sobre nuevos países, muchos de ellos bastante fiables, como es el caso de Brasil, Perú, Canadá. O de EE UU, un antiguo productor que cada vez tiene más crudo y gas disponible. Un país, este, en el que Repsol cada vez tiene más interés en crecer. Presente ahí desde el 2007, tiene ya 473 bloques con 5.808 kilómetros, de los que seis ya están en explotación.
Pese a ello, en Repsol afirman no haber nada concreto sobre lo publicado por The Wall Street Journal. A mediados de septiembre, el diario informaba de que Repsol estaría dispuesta a dedicar entre 5.000 y 10.000 millones de dólares (entre 3.700 y 7.400 millones de euros) a la adquisición de una empresa de exploración y producción local. El periódico, que aseguraba que la operación se ejecutaría en los próximos meses, incluso adelantó algunos nombres de posibles piezas de caza como Whiting Petroluem o Kodiak Oil.
Sin negar la posibilidad de que en el futuro puedan aprovechar una oportunidad que se presente, en Repsol insisten en que no hay planes de ese tipo a la vista. “No es un desmentido”, dicen en la compañía, “porque no sabemos lo que puede pasar en el futuro, pero, además, porque nuestra manera de crecer es por la vía orgánica, que nos ha ido muy bien. Conseguimos bloques, los exploramos y, si hay algo (un 20% de probabilidades en cada pozo), los ponemos en producción. Claro que hay más riesgo, pero también sale mucho más caro comprar una compañía que ya tiene activos en producción”.
Lo que es cierto es que los nuevos descubrimientos en nuevos países alterarán en los próximos años toda la estructura geográfica de producción de la petrolera. Actualmente, el grueso de su output petrolero y gasístico viene de Trinidad Tobago (38%), Libia (13%), Venezuela (11%), Bolivia o Perú (8%): en el futuro seguirá viniendo de esos países, pero cada vez más, de EE UU (ya el 9%), de Brasil (que aún supone solo el 2%), de Rusia (1%) o de Canadá, entre otros. EE UU, donde Repsol entró en 2006, en el golfo de México, donde se sacan 34.000 barriles al día, será uno de los países que más crezcan. “Hemos ampliado nuestras actividades progresivamente”, explica Martínez, “a la zona del Misisipi, donde estamos produciendo, y ahora en Alaska, adonde pensamos empezar la producción en unos años”.
Otra de las grandes apuestas de Repsol es Brasil. Su crecimiento será exponencial. Ahora, solo genera 8.000 barriles diarios, pero la previsión es llegar a los 20.000 el año que viene, y a los 42.000 barriles en 2015. Pese a eso, la compañía no parece interesada en presentarse a los nuevos concursos que ha puesto en marcha el Gobierno de Brasilia. Si bien reconoce que los nuevos bloques a concurso saldrán con condiciones menos ventajosas, Miguel Martínez explica que lo decisivo es que ya tienen ahí “un nivel de proyectos muy importante, cuatro grandes operaciones que nos exigirán unas inversiones de entre 10.000 y 25.000 millones de dólares”.
Estas fuertes inversiones, las de Brasil y las de otros países, las pagará Repsol, explica el ejecutivo, básicamente con su flujo de caja. “El año pasado tuvimos en números redondos unos resultados de 2.000 millones de euros, a los que hay que añadir unas amortizaciones en torno a los 2.500 millones, lo que nos da un total de 4.500 millones. Más que suficiente, ya que invertimos entre 3.500 y 3.700 millones de euros”, resume. A esto habría que añadir el cierre de la venta, antes de fin de año, de los negocios de Gas Natural Licuado a Shell, que reducirá la deuda casi a cero una vez que obtengan 4.400 millones que se esperan por la operación, además de que esta descargará al grupo de una deuda de 2.000 millones.
En la compañía aseguran sentirse satisfechos de los resultados de su política de exploración y prospección. Los importantes descubrimientos en varios lugares, entre ellos Brasil, está permitiendo elevar la tasa de reemplazo de las reservas. Está previsto que las reservas, la producción y la llamada tasa de reemplazo se incremente exponencialmente en los próximos años desde el 132% de 2010 hasta el 204% del año pasado. Lógicamente, la producción ha seguido la misma tónica, desde los 298.000 barriles diarios de 2010 hasta los 370.000 previstos para este año. “En 2016 estaremos en torno a los 500.000 barriles”, asegura Martínez. Estas cifras no incluyen la producción argentina, que el año pasado estaba sobre los 670.000 barriles.
Pese a ello, Martínez asegura que la expropiación de YPF no ha tenido un efecto sobre la cuantificación interna de reservas de la compañía, una vez que “ya habíamos separado en 2007 y 2008 las reservas argentinas del resto”. Y explica que lo hicieron porque “era un negocio puramente doméstico, con precios locales y producción destinada al mercado local. No tenía ninguna influencia en el negocio de upstream [exploración y producción] de la compañía”. Aun así, en Repsol consideran una broma la propuesta filtrada a la prensa argentina según la cual el Gobierno de Cristina Fernández estaría dispuesto a pagar 1.500 millones de dólares. “Cuando expropiaron YPF”, recuerda el ejecutivo, “la sociedad valía unos 16.000 millones de dólares en Bolsa. Nosotros exigimos 10.600 millones”.
Fuente: el país
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