"El gas es la energía puente entre el combustible fósil y un futuro más renovable"
Hay una tendencia a reducir la energía a "la electricidad", cuando la mayor parte del consumo energético va destinado al transporte
Pese a los cambios energéticos de los últimos 10 años, no decrece la demanda de energía desde 1975 y hay una previsión de que aumente un 35% para 2035. Son datos aportados por Antonio Llardén, presidente de Enagás, durante una nueva sesión de Matins ESADE patrocinada por Ernst & Young y con la colaboración de La Vanguardia.
Aunque desde 1982 baja el consumo de petróleo tradicional, otro combustible fósil sigue sin explotar. "Es posible disponer de petróleo y gas no convencionales, así como mejorar la explotación de yacimientos existentes", puntualiza Llardén. Pese al potencial enorme de las energías renovables, fuentes como el gas, el petróleo, el carbón o la nuclear seguirán siendo claves, aunque esta última en menor medida. En este punto, juega un papel importante el gas, según el presidente de Enagás, "ya que sirve de puente entre el combustible fósil y un futuro más renovable".
Cabe destacar, como él mismo puntualiza, que hay una tendencia a reducir la energía a "la electricidad", cuando la mayor parte del consumo energético va destinado al transporte y, de momento, "no somos capaces de dar solución al movimiento solo con energía renovable".
En el marco de la conferencia, titulada "Los mitos de la energía: definiendo el futuro", se ha hecho hincapié en que las emisiones de CO2 siguen creciendo, ya que también lo hace la demanda energética, aunque cuando menos carbonizada la energía, más eficientes seremos.
Pese a los avances el sector, los mercados no son capaces de resolver estos problemas, y el acceso universal de la energía está lejos de ser una realidad. El capital, en un mundo globalizado, no es barato. Así que resultará difícil contar con fondos públicos para sustituir o aumentar la financiación privada de iniciativas energéticas debido a crecientes presiones sobre finanzas públicas.
De esta forma, para resolver óptimamente la ecuación energética es necesario seguridad de suministro, ya que nuestra sociedad no admite que falle, competitividad, eficiencia y sostenibilidad.
El shale gas se trata de un gas natural que se encuentra dentro de las rocas sedimentarias de grano fino y de baja permeabilidad, a veces conocido como gas de esquito, de lutita o pizarra. Ya se conocía su existencia, y Estados Unidos, por ejemplo, disponía de numerosos pozos ya en 2005. Aunque anteriormente sólo se utilizaba cuando el precio del petróleo aumentaba, la persistencia del precio elevado y de facilidades tecnológicas hace que hoy en día la producción de shale gas sea rentable. Gracias a ello, Estados Unidos se ha reindustrializado y cambia el panorama energético. Aún así, existe incertidumbre acerca de las reservas reales de este tipo de gas en el mundo y tiene como desventaja que utiliza mucha agua. "Antes de plantear su explotación en Europa es imprescindible contar con una normativa europea global sobre shale gas con unos criterios medioambientales claros y estrictos" ha explicado Antonio Llardén.
El presidente de Enagás ha sido explícito en cuanto al futuro del sector energético. Debemos trabajar en aprovechar todas las energías, fijar objetivos de reducción de emisiones dejando libertad de elección sobre la manera de lograrlo y, sobre todo, fomentar el I+D de manera racional.
"La energía va a ser necesaria que la tenga todo el mundo", y aunque en un principio la política de diversificación puede resultar cara, al final da rendimiento. "Por razones de seguridad de suministro no se recomienda depender de un sólo país" ha puntualizado el presidente de Enagás.
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