El puerto de Gandia pierde competitividad al descartar el Gobierno la zona logística
El pasado 25 de octubre, en un acto con vecinos que tuvo lugar en el Centro de Convivencia Manuel Broseta, el alcalde de Gandia, Arturo Torró, criticó el trato que el puerto de esta ciudad estaba recibiendo por parte de las administraciones. En una de sus llamativas expresiones, Torró dijo a los presentes que, más que un puerto, lo de Gandia parecía «una piscina medio vacía», y anunció que su gobierno iba a emprender acciones para revitalizar el tráfico marítimo como un puntal del desarrollo económico que quería para esta ciudad.
No ha tenido que esperar mucho el alcalde gandiense para comprobar el poco caso que le han hecho las dos administraciones que aglutinan la práctica totalidad de las competencias para impulsar el puerto.
Anteayer, en Madrid, el presidente del Consell de la Generalitat, Alberto Fabra, y la ministra de Fomento, Ana Pastor, firmaron un protocolo de intenciones que que viene a confirmar, una vez más, la marginación que sufre el puerto de la capital de la Safor a la hora de proyectar inversiones que puedan potenciar su actividad.
Fabra y Pastor acordaron iniciar las gestiones para construir cuatro «terminales logísticas intermodales» en la Comunitat Valenciana que se situarían a escasa distancia de otros tantos cuatro puertos de interés general del Estado. Se trata de las zonas logísticas de la Font de Sant Lluís (Valencia), Castelló, Sagunt y Alicante. Queda fuera, olvidado, el quinto puerto de interés general valenciano, que es el de Gandia.
Las zonas logísticas, que en algunos lugares también se llaman puertos secos, son grandes superficies que reúnen las características de proximidad a las terminales marítimas y que están muy bien comunicadas por autovías y líneas ferroviarias, de manera que sirven de plataformas para almacenar y manipular mercancías que llegan del puerto o que van a ser embarcadas.
Una idea que ya fue planteada
En Gandia esa idea no es nueva, dado que hace años asociaciones empresariales de la Safor, e incluso responsables de anteriores gobiernos de Gandia, trataron de impulsar la construcción de un gran polígono que habría servido de zona logística al puerto. Se llegó a apuntar que debería situarse entre Xeraco y Tavernes de la Valldigna, atendiendo a que en esta zona coincide el paso de la línea ferroviaria Gandia-Valencia, la autopista AP-7 y la autovía A-38, que entonces se estaba construyendo y que ahora ha quedado paralizada por los recortes.
La zona logística del puerto de Gandia nunca ha sido contemplada por la Generalitat. Cuando hace diez años se presentó un primer proyecto con ocho de esos centros a lo largo y ancho de la Comunitat Valenciana, la Safor ya quedó excluida porque entonces prevalecieron las razones políticas y se apostó por «la Mar de Dins» de Vallada, un enorme polígono industrial en este municipio de la Costera que al final ha resultado un auténtico fiasco. La mejor prueba de ello es que «la Mar de Dins» desaparece del convenio que ayer firmaron Fabra y Pastor.
Otro de los grandes bofetones que ha sufrido el puerto de Gandia en los últimos años ha sido la paralización de las obras del acceso sur, una decisión tomada inmediatamente después de que Mariano Rajoy llegara a la presidencia del Gobierno y que nombrara a Ana Pastor para dirigir Fomento.
Mercancías que se han perdido
Cuando ya se habían iniciado las obras del acceso que habría evitado el paso de camiones por áreas residenciales y permitiría el transporte de materiales de mayor envergadura, como grandes estructuras que no se pueden dividir, se optó por ahogar económicamente el proyecto, valorado en 16 millones de euros, y esperar a tiempos mejores. Entre las mercancías que el puerto de Gandia ha podido perder por no disponer de ese acceso figura la descarga de las enormes palas que mueven los aerogeneradores eólicos.
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