Las nuevas Arcas de Noé
Las compañías «personalizan» sus ofertas para llegar a todos los públicos. El ‘Atlantis Cruise’, con pasajeros exclusivamente homosexuales, dejó ayer a 2.500 gais y lesbianas en Barcelona
Son ciudades flotantes y, como en toda urbe, se pueden encontrar todos los perfiles humanos. Familias con niños pequeños, parejas, ‘singles’, homosexuales, nudistas, amantes del rock, del vino o del golf, de ‘Juego de Tronos’ o bandadas de jóvenes deseosos de hacer un botellón en alta mar... Las empresas turísticas españolas estrujan sus ofertas para ‘personalizar’ sus cruceros y llegar a todos los públicos. El ‘Atlantis Cruise’ arribó ayer al puerto de Barcelona (parada casi obligatoria de los más de cinco millones de turistas que cruzan el Mediterráneo) con 2.500 gais y lesbianas de 50 países que llegan para participar en el Circuit Festival, la gran cita ‘homo’ de la Ciudad Condal, que reunirá a 70.000 personas.
Pero estos gigantes, fletados por empresas norteamericanas, son la excepción, aunque los antecedentes parecían buenos. Hace unas semanas se cumplió una década de la salida a alta mar del primer crucero íntegramente nudista de Europa. Fue también en Barcelona y reunió a cerca de 500 personas de 18 países, el 80% españoles. «Solo llevo crema solar, alguna toalla y poco más», bromeaba ante las cámaras y en cueros Carmen Tormo antes de subir a bordo. Pero fue un espejismo y nunca más se repitió la experiencia. «No había demanda suficiente y se montaba mucho circo. La gente iba a los puertos de voyeur y no lo vimos rentable», recuerdan todavía en Geisha Tours, la empresa que lo organizó.
Desde entonces, si alguien quiere recibir la brisa marina en toda su anatomía tiene que esperar a la llegada en escala por Barcelona o Ibiza de los cruceros de Estados Unidos, que llevan desde 1992 explotando con éxito esta industria. Ellos tienen respuesta para todo. Nancy Tiemann, de Bare Neccesities (Lo Básico, en castellano), su gran pionera, admite que la pregunta más repetida es: ‘¿qué pasa si tengo una erección?’. «En 20 años de producción de 2 o 3 cruceros al año –responde satisfecha– ni una sola vez he visto a un hombre sucumbir a su peor temor».
Este fracaso parcial no impide que las ofertas temáticas se hayan multiplicado hasta el infinito, casi a la carta. Pero integradas en cruceros convencionales. «Gracias a esta fórmula hemos atraído a un perfil de cliente que, en otras circunstancias, nunca hubiera viajado a bordo de un crucero», resume la estratega de comunicación, de MSC Cruceros, Ana Betancur.
Esta naviera, una de las grandes del sector, también es de las más abiertas a ‘chartear’ su flota para recibir a grupos atraídos por una oferta a su medida. Menos optimista es Venancio Aparicio, uno de los mayores gestores de paquetes de este tipo desde su agencia Goldium Cruceros. «Casi todo el público objetivo es americano. En España no se consolidará un producto de este tipo hasta por lo menos dentro de cinco años», advierte. A pesar de que la cifra de cruceristas superará este año los 22 millones a nivel mundial (es como si la mitad de los españoles se subieran a un barco de estos en 2014), «aún queda mucho camino por recorrer», insiste Aparicio desde su oficina en Burgos.
Uno de ellos es el tamaño. «Hoy día, con barcos que superan los 2.500 pasajeros (algunos incluso los 5.000) es imposible llenarlos con un solo colectivo», advierte Luis Pineda, otro pionero en la materia. Desde su empresa Viajes Singles imaginó, hace también una década, un barco sin niños, familias o novios en romántica luna de miel.
A pesar de que en España hay más de ocho millones de solteros, la mayoría con buen poder adquisitivo y dispuestos a gastarlo en ocio, los intentos de llenar un barco solo con ‘singles’ se estrellaron contra la realidad allá por 2007. Ahora «hay mucha competencia», advierte Luis, pero con objetivos más modestos, por ejemplo reunir uno o dos grupos de cincuenta clientes a los que ofrecen un crucero con actividades, fiestas, cenas y excursiones pensadas exclusivamente para ellos. «Con las redes sociales ha habido un boom. La gente tiene menos prejuicios y se animan entre ellos», asegura Pineda. Esta fórmula se ha convertido en el mejor banco para ‘pescar’ amistades que muchas veces van más allá de los días compartidos en cubierta. Lo cuenta Angelines Lobo, una veterana crucerista: «Estaba harta de convencer a alguien para no viajar sola y no me llamaba mucho esto de los cruceros. Pero, tras el buen regusto del primero que hice, confraternicé con gente y ahora solemos quedar y repetir», explica Angelines, que defiende esta manera de ver mundo.
Grumetes ocasionales
Los más audaces han dado un paso más y han cambiado la faceta de pasajero de un crucero por la de enrolarse como tripulación en un velero. Estas semanas de agosto, la empresa Sail por Singles (Navegación para solteros) necesita hasta media docena de barcos para colocar a los 50 ‘singles’ que aprovechan la caída del precio de los alquileres de barcos para disfrutar de una semana en la que comparten con otros ‘navegantes solitarios de la vida diaria’ el placer de las olas. «El viajero ‘single’ ha ido para arriba porque es el único que mantiene poder adquisitivo», reflexiona su patrón Pedro Alonso.
Pero donde se está consolidando de forma clara es entre los colectivos de gais y lesbianas. Las escalas en el Mediterráneo español de los barcos de Atlantis Events, multinacional americana, con varios miles de homosexuales acodados en la borda, han dejado de ser la excepción, como lo demostró ayer el ‘Atlantis Cruise’.
La empresa Ambientravel celebra este verano los primeros cinco años de sus cruceros ‘gay-friendly’. En su próxima salida (18 de septiembre), partirán desde Barcelona en el ‘Oasis of the Seas’, el crucero más grande del mundo. Suelen reunir entre 100 y 400 personas, un 10% del pasaje. ¿Problemas de privacidad o convivencia con el resto? «Tenemos nuestras salas privadas para nuestro carnaval y el único problema siempre son algunos clientes convencionales que quieren sumarse a la fiesta cuando han cerrado el resto de zonas de ocio», bromea el dueño de Ambientravel, Jordi Buxó.
También funciona para las mujeres. El pasado 3 de agosto salió de Barcelona la última propuesta para lesbianas de L Cruise, un colectivo español pionero en Europa. «La naviera te da precios y te reserva espacios. Pero después no proponemos nada aparte», explica Eli Morales, una de sus promotoras. Al igual que singles o gais, las horas a bordo parecen invitar a profundizar en las amistades. Para María Giralt, que participó en una de las últimas escapadas, fue una forma de «conocer a mujeres lesbianas fuera del ambiente de noche, aunque también es cierto que cerrábamos los bares del barco y seguíamos la fiesta en cubierta. Lo que más me ha sorprendido –concluye– es la fuerte relación que se establece entre las cruceristas después de unos días de navegación y que se prolonga más allá de los días de travesía».
Todo lo contrario que lo que se empieza a llamar «barcos gaviota», alternativas en alta mar a la juerga loca de jóvenes universitarios. La playa para la resaca se sustituye por la piscina en la cubierta. Las ofertas ‘sexuales’ de los locales mallorquines de este verano, se sustituyen aquí por otras como el ‘speed-dating’, citas rápidas para comprobar la química. Pero una vez más hay que acudir al mercado anglosajón, aunque hagan escala en Ibiza y Barcelona. «Quisimos organizar el primer crucero para universitarios pero las navieras se echaron para atrás», lamenta el gestor Venancio Aparicio, que busca diferenciar su oferta del enorme ‘oleaje’ publicitario actual.
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