Con la música (fracking) a otra parte
Se veía venir y ocurrió: por vez primera una petrolera es sancionada a indemnizar a una familia de Texas (EE UU) que enfermó por la proximidad a sus pozos de extracción de gas. Esta indemnización millonaria es por un caso de salud relacionado con el fracking, la controvertida técnica de extracción de gas natural que genera innumerables dudas medioambientales. El fracking, o fracturación hidráulica, consiste en inyectar en el subsuelo agua a presión mezclada con arena y sustancias químicas para liberar el gas que se encuentra atrapado en la roca. Esta forma de extraer el llamado petróleo del pobre plantea muchos interrogantes por la posible contaminación de acuíferos, la exposición a productos químicos, algunos muy nocivos para la salud, además de posibles riesgos añadidos como provocación de seísmos y otras calamidades.
En España, y Europa, estamos divididos a la hora de valorar esta técnica tan polémica. El Gobierno del PP, con el presidente Rajoy y el ministro de Industria a la cabeza, es favorable a la fractura hidráulica (fracking), y ha concedido demasiados permisos de investigación de hidrocarburos, de gas no convencional. Somos el tercer país de Europa que más permisos concede para explorar este recurso. Aunque algunas comunidades autónomas son muy beligerantes con la aplicación de esta técnica, en la mayoría de los casos no se evalúan adecuadamente el impacto medioambiental y los riesgos, o no se comprueba la calidad del agua, aire y del suelo, antes y después de las operaciones. El afán desmesurado por ganar dinero fácil con el fracking ha acarreado demasiadas víctimas silenciosas. A veces algunos ayuntamientos defienden el fracking sin oír a sus vecinos. Y otras veces, las explicaciones de las empresas solo han sido propagandísticas y de marketing, sin ningún dato técnico. Eso sí, prometen el oro y el moro, como una nueva fiebre del oro negro y gas de esquisto.
Desde hace tiempo el gobierno de la Región de Murcia es favorable a esta técnica de búsqueda del gas esquisto. Sin embargo, numerosas asociaciones de pueblos, comarcas, y movimientos ciudadanos murcianos, se oponen al fracking porque consideran que esta técnica extractiva es incompatible con una agricultura y ganadería sostenible, con una industria no contaminable, con el turismo medioambiental y con un sector de servicios y con Denominación de Origen en vinos, por el que se está apostando en nuestra autonomía. «La Plataforma Cuenca del Segura libre de fracking lucha contra una amenaza que puede convertir a Murcia definitivamente en un desierto sin remisión». El fracking en el Altiplano, precisamente en una zona rural potencialmente sísmica como el Altiplano de Jumilla y Yecla, es un desafío constante a la masacre de ese medio natural.
Hay líneas rojas que no se deben traspasar, y aquí se están rebasando con mucha facilidad y permisividad política y legislativa. No vale ya decirnos que son argumentos ecologistas trasnochados y utópicos. No hablamos del genérico cambio climático mundial, sino de destrozar la zona, la salud y el medioambiente de nuestro entorno. El daño que se produzca con la técnica de la fractura hidráulica en terrenos privados también afectará a las zonas públicas colindantes.
El afán desmesurado por ganar dinero fácil con el fracking ha acarreado demasiadas víctimas silenciosas. Y los permisos para la fracturación hidráulica no se deben comprar con prebendas y dinero corrupto. Está muy de moda en España aceptar posibles catástrofes ambientales y enfermedades (caso de fracking) por recibir a cambio pingües beneficios, que además solo benefician a las empresas y bancos, y muy pocas veces a los habitantes de la zona. Tenemos otros casos, sea el del fracasado plan de Eurovegas, o el del turismo de los ´botellones´ de jóvenes franceses de Calella, o el Saloufest, ruta del alcohol de más de 5.000 ingleses, etc. Con tal de vender unas cuantas miles de copas o souvenirs horteras y nada ecológicos, estamos dispuestos a vender cualquier cosa, frívolamente. Si la cultura del ocio, de la diversión, se identifica continuamente con el alcoholismo, y con la idea de que si no bebes a tope no disfrutas, apaga y vámonos.
En muchos casos, los derechos de extracción de este gas de esquisto priman sobre los derechos y la salud de los ciudadanos, por cuanto estos proyectos son autorizados por gobiernos nacionales, sin participación de las comunidades autónomas y ayuntamientos. Los científicos, responsables e independientes, las Administraciones, la empresas explotadoras y las plataformas de ciudadanos, deben contraer un mayor compromiso con el medio ambiente a través de la regulación mucho más estricta de la fracturación hidráulica. De verdad, si así se hace, entonces sí contribuiremos a la mejora de la economía, con el propósito de crear miles de puestos de trabajo en ciertas zonas rurales, económicamente deprimidas.
A veces se nos ha querido vender, que todo invento, aplicación científica, o idea de negocio, puede generar un boom económico en el país (¿esto es un adelanto científico el fracking, el petróleo del pobre?). La frivolidad de algunos gobiernos, empresas y agencias y asociaciones científicas, con el mutismo de la universidades, es alarmante. Se afirma desde la AIE (Agencia Internacional de Energía) que con el fracking estamos en la edad dorada del gas, algo así como el oro de los tontos, y que podría llegar a ser limpio ¿Eso es todo el discurso científico?
A todos ellos hay que decirles tajantemente: iros con la música (fracking, botellones turísticos) a otra parte. Según estos, aquí en España, el progreso y la recuperación económica está en el fracking de efectos nocivos para la salud. Y la tan cacareada creación de empleo consiste en formar (la universidad) ingenieros y científicos que luego se contraten como camareros y auxiliares de esas compañías de extracción del gas de esquisto.
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