lunes, 28 de noviembre de 2011

Llega la factura...


«El Prestige costó casi 450 millones y el fondo internacional solo pagará 171»
El responsable de los fondos internacionales de daños por contaminación de hidrocarburos advierte de que si España no cobra el resto de un tercero «lo tendrá que pagar el contribuyente»

Jose María Maura es desde finales de octubre el español de mayor rango en un organismo internacional. Dirige los fondos de compensación internacionales para accidentes por contaminación con petróleo. Es, en cierta manera, el banquero del Prestige aunque, como explica en esta entrevista con ABC, no tiene fondos suficientes para pagar la factura del desastre de 2002. Nacido en Bilbao y licenciado en Derecho por la universidad de Deusto, lleva casi 20 años en Londres como experto maritimista, y 16 vinculado al organismo que ahora dirige, del que forman parte 105 Estados.

—¿Qué se siente siendo el español más importante en los organismos multilaterales?

—Normal y corriente. Es un trabajo muy interesante. España es el décimo contribuyente al fondo, aunque ya no es la potencia marítima que en su momento fue. Irónicamente, España vive de espaldas al mar. No hay astilleros, apenas quedan armadores, no ha habido atención, y ahora España es débil en el mar. Grecia y Japón son los países con más barcos, pero les sigue ya Alemania, que es un país lanzado a la exportación.

—¿Cuánto costó el Prestige y quién lo va a pagar?

—Según las reclamaciones presentadas por España, costó unos 1.000 millones de euros, Francia ha reclamado unos 68 millones de euros, y Portugal menos de un millón. Según nuestra valoración, el Prestige causó unos daños que están entre 350 y 450 millones de euros. ¿Quién lo paga? El fondo usa todos los recursos que tiene, hasta 171 millones —el máximo en la época— y el resto lo tendrá que cubrir el contribuyente español y francés.

—¿Y de dónde sacará el dinero España?

—El Estado español sabe que no va a poder cobrar todo del sistema internacional, así que ha reclamado al armador, al fondo y, sobre todo, a la sociedad clasificadora del buque, American Bureau of Shipping (ABS), con quien España tiene una acción judicial muy importante en curso en Nueva York. Podría ser la primera vez que una sociedad de clasificación —las entidades encargadas de certificar que un buque es apto para navegar— es responsable ante terceros. Al final, o España cobra el dinero de un tercero, o tendrá que pagar el contribuyente.

—¿Está curado el Prestige?

—No. Nosotros mantenemos la oficina de reclamaciones en La Coruña, y seguimos teniendo unas 15 personas trabajando en ese siniestro. Estamos a la espera de que en 2012 empiece en la Audiencia Provincial de La Coruña la vista oral del procedimiento penal abierto ante el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Corcubión. Hay cuatro imputados: el capitán, el jefe de máquinas, el primer oficial, y el entonces director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors.

—Qué ironía que el juicio empiece con Mariano Rajoy de presidente. ¿Lo hizo bien?

—Así es la vida. En la época comí con él en La Moncloa, cuando todavía salían «hilillos» de petróleo del pecio. Creo que Rajoy lo hizo bien, por la información que le daban los expertos. El petróleo del Prestige era muy persistente, casi no era líquido, es como un chicle, o como el asfalto que se pone en las carreteras. A más de 3.000 metros de profundidad, con las bajas temperaturas, no debe fluir, y no debía salir. ¿Por qué fluyó? Porque el petróleo no era solamente asfáltico, había otras sustancias, y porque no había datos exactos de las temperaturas.

—¿Cómo es el riesgo de que se repita?

—La Costa da Morte se llama así por algo. La seguridad marítima es cada vez mejor y los buques de doble casco son un avance fundamental. Pero el transporte de hidrocarburos por vía marítima es necesario para nuestra vida, por lo que seguirá habiendo siniestros. Habrá cada vez menos accidentes, pero serán cada vez más caros. La sociedad es cada vez menos tolerante con los daños medioambientales. Cosas que hace veinte años eran normales, como ese galipó o chapapote que todos teníamos en los pies cuando íbamos a bañarnos en verano, hoy ya no lo permitimos. Aquello no era más que petróleo de barcos que limpiaban sus tanques.

—¿Qué riesgo implican las gasolineras flotantes de Gibraltar?

—Pues la pregunta es si estas gasolineras son un buque o no lo son. Si lo son, sería de aplicación la legislación internacional. En caso de accidente, tendríamos la responsabilidad objetiva del propietario hasta un 30%, y la garantía del fondo internacional para el resto. Si no lo son, y se consideran como instalaciones terminales, quedarían fuera del sistema internacional de compensación, y sería aplicable la legislación nacional. Si una de estas gasolineras flotantes se hunde y causa un daño, y el propietario no tiene seguro, no hay nadie que te proteja.
Fuente: ABC

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