lunes, 8 de julio de 2013

No queda otra

Navieras alemanas bajan sus precios para conseguir llenar sus barcos
Contemplan la posibilidad de fusionarse con otras compañías

Todo transcurría con brillantez antes de la crisis financiera. La economía y el comercio eran prósperos y más del 90% de las mercancías del mundo se transportaban en barco. La construcción de buques iba en aumento. Alemania se colocó en tercer lugar en el transporte comercial marítimo tras Japón y Grecia. El dinero corría a borbotones. Se invertía en la expansión de la flota.

El Gobierno alemán creó un paraíso para quienes invirtieran en fondos de la industria naviera. Aquellos que ponían su dinero en barcos, podían compensar los altos costos iniciales con ganancias procedentes de otras inversiones. En el boom que tuvo lugar entre 2003 y 2008, dentistas, abogados y jubilados ricos invirtieron unos 17 millones de euros en la construcción de buques. Los bancos proporcionaron el resto del capital ajeno.

Un exceso de oferta

Los vientos dejaron de ser favorables después. Tras el colapso de Lehman Brothers, el flujo de mercancías se estancó y, de repente, había demasiados barcos. Como transcurren varios años entre que se encarga la construcción de un buque y se produce la entrega del mismo, se incorporaron al mercado aún más naves.

La flota mercante alemana comenzó a reducirse en 2012 por primera vez desde hace varias décadas. Aunque en el último año transportó más mercancía que nunca, sigue siendo demasiado grande. Los navieros bajan extremadamente sus precios para conseguir llenar sus barcos. Mientras tanto, el combustible ha subido considerablemente.

Necesidad perentoria de inversiones para sobrevivir

"Ahora mismo, la situación es catastrófica, porque estamos en el quinto año de la crisis”, se lamenta Petra Heinrich, propietaria de una naviera que posee cinco barcos. Desesperados, los empresarios ordenan que los barcos naveguen más despacio con el fin de ahorrar combustible. El flujo de capital se ha detenido y es difícil conseguir nuevas inversiones. Los bancos se han retirado del negocio. Los inversores ya no están tan entusiasmados. “El mercado de los fondos de inversión en la industria naviera, otrora tan próspero, está actualmente muerto”, dice Heinrich.

“Ya no se invierte”, continúa la empresaria. "No ganamos el dinero necesario para que los barcos sigan navegando. Tenemos qué pensar cómo conseguir capital hasta que el mercado vuelva a funcionar como antes. Porque, sin duda, lo hará. Pero, mientras tanto, necesitamos tiempo y dinero.“

Aumenta la presión, pero ¿se ve la luz al final del túnel de la crisis? El dinero ya está ahí, pero bancos e inversores ponen su dinero en empresas completas más que en un solo barco. “El banco nos ha dicho claramente que en Alemania hay unas 400 navieras, una cifra que se verá reducida en un 40 por ciento”, dice Heinrich. Algunas navieras unen sus fuerzas, uniéndose en cooperativas para reducir costes. Petra Heinrich, que preside la Asociación de Armadores del Bajo Elba, confirma que muchas pequeñas empresas se encuentran en conversaciones, pero es muy difícil que prescindan de su independencia. Todavía tienen esperanzas de conseguir superar el bache sin tener que fusionarse con otras navieras. El negocio de Heinrich, que pertenece a su familia desde hace varias generaciones, está al límite.

El Instituto de Investigación de Mercado IHS Global Insight tiene buenas perspectivas para el sector. Según sus estimaciones, el tráfico de mercancías crecerá un 27 por ciento entre 2012 y 2017. También lo ve así Jan Ninnemann, profesor de Logística Marina en la School of Bussiness Administration de Hamburgo. “No hay que olvidar que el transporte marítimo siempre ha sido un negocio cíclico. Se observan ya los primeros signos de que la situación de las navieras y el transporte mercante mejorará entre 2014 y 2015”, asegura Ninnemann.

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