Los kurdos de Irak ofrecen suministrar gas a Europa durante los próximos 70 años
Qué duda cabe de que la crisis de Ucrania pasará factura a Europa en el terreno energético. Desde la anexión de Crimea, las veladas amenazas de Vladimir Putin con cerrar la llave del gas si las sanciones contra Moscú son demasiado fuertes han paralizado a la Unión Europea.
Las cifras lo dejan bien claro: el 31 por ciento del gas que utilizamos procede de Rusia, un porcentaje que varía según los países. Por ejemplo, esa dependencia en el caso de Alemania asciende casi al 40 por ciento y, además, la mitad de todo ese gas llega gracias a la red de gasoductos que atraviesa Ucrania, país que igualmente es amenazado con quedar privado de este vital combustible.
No es de extrañar que Barack Obama, para animar a los europeos a que hagan causa común contra Rusia, les ofrezca reemplazar parte de esas importaciones energéticas con las reservas de gas licuado (LNG) que tiene Estados Unidos.
Aunque no es un problema nuevo, la crisis de Ucrania ha vuelto a poner sobre el tapete la necesidad de diversificar las fuentes de suministro, evitando una dependencia que determina, como ocurre en estos momentos, la política exterior de Europa. No es ninguna casualidad que el ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, se haya trasladado a Argelia para estudiar un posible aumento de los envíos de gas a España.
También se vuelve a hablar de proyectos aparcados para traer gas desde los yacimientos de Asia Central, especialmente de Azerbaiyán, Turkmenistán e incluso de Irán, cruzando la Anatolia turca para, desde los Balcanes, dirigirse a Europa Central por Viena (gasoducto Nabbuco) o del denominado TAP (Trans Adriatic Pipeline), conectando Grecia e Italia para llegar al mismo destino.
Descartado el proyecto Nabbuco definitivamente hace un año, el TAP se ha visto ralentizado desde entonces por varios factores, el primero de ellos debido a los compromisos de Turkmenistán, principal suministrador, con China para vender buena parte de sus extracciones al gigante asiático vía Uzbekistán. Después, las dudas surgidas en Azerbaiyán por el proyecto y la implicación de Irán en la guerra siria al lado de Rusia han vuelto a poner esta alternativa en cuestión, imposibilitando sustituir el gas de Turkmenistán con el iraní.
Pero la crisis ucraniana y la carta enviada por Putin a los distintos gobiernos europeos advirtiendo de las consecuencias que tendrían nuevas sanciones económicas respecto al suministro de gas han revalorizado unas ideas que parecían abandonadas, aunque, sorprendentemente, los principales beneficiados serían los yacimientos recientemente descubiertos en el Kurdistán iraquí, que, de acuerdo con los cálculos realizados por el Gobierno regional podrían suministrar gas a Europa durante los próximos 70 años.
Fue el año 2011 cuando la firma británica Heritage Oil anunció haber encontrado uno de los mayores yacimientos de gas de todo Irak, concretamente en la región de Mirán. De acuerdo con sus prospecciones, las reservas en esa zona ascendían a 350 billones de metros cúbicos. Después, otras compañías han encontrado nuevos yacimientos en esa parte de Irak, donde durante décadas no se han podido realizar trabajos de este tipo, salvo en torno a la ciudad de Kirkuk, debido al clima de guerra y a la actuación de los grupos armados kurdos.
Tras instaurar su propio Gobierno, estas fuerzas han dado concesiones a medio centenar de firmas internacionales, entre las que se encuentra Repsol, calculándose las reservas de crudo en unos 45 billones de barriles y las de gas en tres trillones de metros cúbicos. Hace solo unos días, el 26 de marzo, el Gobierno de Kiev anunciaba la apertura en Arbil de una oficina para colaborar con el Gobierno kurdo en distintas materias, entre las que incluían el intercambio de experiencias técnicas en el campo del gas y el petróleo.
Ashti Hawramani, ministro kurdo del Petróleo, ha declarado en varias ocasiones que esta región, vinculada al resto de Irak por lazos federales, tiene derecho a la explotación y comercialización de sus recursos, para lo que han construido sus propias canalizaciones que enlazan con la red de oleoductos y gasoductos de Turquía. En su opinión, no pueden esperar a las decisiones del Gobierno central porque la Administración de Bagdad se encuentra sumida en el caos y la inestabilidad. “Si hubiéramos esperado (a Bagdad), seguiríamos viviendo a oscuras, con solo dos horas de electricidad al día, no tendríamos gasoil para los vehículos y las empresas y seguiríamos bebiendo agua sin potabilizar”, decía para justificar la construcción de estas infraestructuras cuestionadas por el Gobierno de Maliki.
Y aunque su esperanza está fijada en los gasoductos Nabbuco y Tansadriático, tampoco piensan esperar a que sean una realidad para ofrecer su gas a Europa. “Tenemos el gas y necesitamos rentabilizarlo; no podemos esperar a que unos inversores aparezcan aquí con un plan”, dijo Hawramani mostrando así su preocupación por la paralización de esos proyectos y asegurando que, si no se tienden esas tuberías, llevarán el gas por sus propios medios hasta el complejo petrolífero de Ceyhan (Turquía) para licuarlo y cargarlo en buques cisterna con destino al mercado europeo.
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