Gamesa como el Guadiana: Resurgen los rumores sobre la salida de Iberdrola del accionariado
En términos industriales, la empresa eólica es 4,5 veces más importante para Euskadi que la desaparecida Fagor
Es como el Guadiana o como el cuento del lobo. Cada cierto tiempo resurge con fuerza el rumor de que Iberdrola ha puesto en venta su participación en la eólica vasca Gamesa. Claro que, a fuerza de repetirse la historia, algún día será verdad y puede llegar a pasar, incluso, desapercibida. Pero el asunto es importante para la industria vasca y por ello es una preocupación constante en el seno del Gobierno vasco. Gamesa realiza compras a empresas vascas por un importe anual de 600 millones de euros. Esto es, 4,5 veces más de lo que la desaparecida Fagor adquiría a compañías de Euskadi. De ahí la trascendencia de cualquier cosa que suceda con el fabricante de aerogeneradores. En lo que hace referencia al empleo directo, sin embargo, Gamesa emplea a unos 600 trabajadores directos en el País Vasco -debe haber algún misterio cabalístico porque la cifra coincide con las compras-, lo que supone un tercio de la plantilla del grupo Fagor en la comunidad autónoma.
Un cambio de manos no significa, al menos sobre el papel , modificaciones en los hábitos de suministro o incluso en eso que ahora está de moda definir como “el arraigo” de la empresa. Pero la realidad es bien distinta. Pablo Isla, el presidente de Inditex, reconocía en su intervención en el Global Forum Spain celebrado recientemente en Bilbao que su compañía, por vocación, prefiere que sus proveedores sean gallegos. Incluso, hasta los decoradores que diseñan y dirigen las obras de sus tiendas en los 100 países en los que están implantados. Fíjense también en la importancia que el PNV otorga al arraigo en torno a la propiedad futura de Kutxabank para comprender que debe ser importante. La propiedad, pero sobre todo la ubicación física del centro de decisión es clave en cualquier empresa.
Iberdrola controla el 19,6% de Gamesa. Vaya un paréntesis para apuntar que este caso sirve como ejemplo de la tesis que expuso recientemente el presidente de Kutxabank, Mario Fernández, sobre las posibilidades de controlar una sociedad con, decía él, el 30% de las acciones. A la vista está que con menos también se puede. Cuando analistas o periodistas preguntan a la eléctrica por esta cuestión, la respuesta es casi siempre la misma. Algo así como “ya veremos”, al tiempo que matizan que Gamesa figura en un lugar muy alejado de la cabeza en la lista de problemas de la empresa eléctrica que preside Ignacio Sánchez Galán.
Pese a todo, la rumorología apunta ahora a la existencia de “conversaciones” con varios potenciales candidatos. Entre ellos la nórdica Vestas, la india Suzlon y la francesa Areva. Esta última tiene a su favor el acuerdo que alcanzó recientemente con Gamesa para constituir una sociedad conjunta, al 50%, destinada a desarrollar la pata de la generación marina de ambas empresas. Dicho de otra forma, que tanto Areva como Gamesa renuncian a seguir en solitario en un negocio, el 'off shore', tan plagado de incertidumbres como de necesidades de financiación, y prefieren unirse en la peripecia. Esa misma rumorología sostiene que Iberdrola parece dispuesta a reducir su participación, quizá no a salir del todo, ya que aún conserva numerosos intereses en la promoción de nuevos parques eólicos en distintos países, aunque no en España, donde el Gobierno ha llegado a la conclusión de que no cabe un molino más. Bueno, caber si cabe, pero como es una energía subvencionada sale caro.
Si han renacido ahora los rumores sobre el cambio de manos, la razón hay que buscarla en el proceso de saneamiento acometido en el último año por el nuevo equipo directivo, dirigido por Ignacio Martín. El presidente, que suele definirse como “realista” -en la doble acepción de persona que prefiere vivir pegada al suelo y también de quien apoya al equipo blanquiazul de sus amores- ha hecho un trabajo de cirugía mayor, que ha supuesto el cierre de numerosas plantas en todo el mundo y la eliminación de algo más de 2.700 empleos. Un trabajo, como el propio responsable de la empresa se ha encargado de explicar, que ha preparado a Gamesa para acometer una travesía del desierto -tradúzcase por una reducida demanda mundial- de varios años, a la espera de que la recuperación de la economía reactive el consumo energético y que la mejoría en los presupuestos públicos despierte de nuevo el deseo de impulsar la opción eólica. Gamesa cerró el año 2013 con una cifra modesta de beneficio, 45 millones de euros, pero todo apunta a que la maquinaria está ya engrasada para transitar sin problemas. Ahora, de nuevo, resulta atractiva como apuesta de futuro.
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