lunes, 16 de junio de 2008

Enhorabuena a todos los Guajes

Después del ridículo hecho por el Mirandés ayer, cuando todo estaba a favor, la noticia de la tarde vino dada por el ascenso del Sporting después de 10 años en el infierno:
El Sporting sale del pozo

El club asturiano asciende tras diez años en Segunda en los que entró en proceso concursal y estuvo cerca de la desaparición


En el caso del Sporting, cuando la pobreza entró por la puerta, la insensatez salió por la ventana. Fueron necesarios unos cuantos batacazos deportivos y el consiguiente crack económico para que el club asturiano volviese a sus orígenes, a la fórmula que le permitió estar 20 años seguidos en Primera. Ayer, tras diez años de angustia en Segunda y después de ganar 2-0 al Eibar (goles de Bilic y Luis Morán), celebró el ascenso con más entusiasmo que en su día las clasificaciones para la UEFA o los subcampeonatos en Liga y Copa. La guinda la puso el filial, que subió a Segunda B.

El Sporting, cuyo ascenso acaba con la ausencia de equipos asturianos en la élite desde el descenso del Oviedo en 2001, hizo de la necesidad virtud. En 2005, con una deuda de 50 millones de euros que anunciaba su desaparición, el club entró en proceso concursal a instancias de uno de sus innumerables acreedores. El juez encargado de vigilar el proceso aplicó por ley las medidas que los dueños del club asturiano aplazaban año tras año. Regulación de empleo, reducción de sueldos generalizada y límite salarial para la plantilla deportiva. La ley concursal, que no entiende de fútbol ni de mitos, estuvo a punto de llevarse por delante incluso a Quini, que mantuvo su puesto de delegado del primer equipo después de un revuelo considerable en la ciudad y en todo el Principado.

El caso es que el Sporting, que bajó en 1998 -fue el peor colista de siempre, con 13 puntos- aún conservaba ciertos aires de grandeza, aunque se convirtió en uno más del pelotón de Segunda. El presupuesto bajó de los seis millones, lo que obligó a volver la vista a la cantera de Mareo. Es decir, la vuelta a los orígenes, a la filosofía que a mediados de los setenta puso las bases del mejor Sporting.

Tras una temporada donde los asuntos extradeportivos estuvieron a punto de llevarse el equipo de Ciriaco Cano, el Sporting empezó a asomar la cabeza en 2006, con una deuda reducida a menos de la mitad y un plazo de cinco años para saldarla. Era un alivio, pero la única solución de futuro pasaba por el ascenso. Y el elegido fue Manuel Preciado, un hombre que ve siempre la botella medio llena. El técnico cántabro fortificó el centro del campo con dos pesos pesados como Matabuena, al que conocía del Racing, e Iván Hernández, que acababa de contribuir al ascenso del Valladolid.

El Molinón también encontró un héroe en Bilic. Encantando con el club y la ciudad por su anterior etapa, cuando el equipo entrenado por Marcelino García rozó por primera vez la vuelta a la élite, el croata dejó en diciembre el Rapid de Viena para saldar una cuenta pendiente. Sus goles y su compromiso en el vestuario han sido determinantes para que el Sporting vuelva a estar cerca de las estrellas.


Lástima por la Real, el año que viene será...

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