Cuando subí a la guardia, la cadencia era aproximadamente 1 rayo por segundo. Así que, como os podéis imaginar, estuvimos mirándolos embobados un buen rato, ya que a pesar de ser de madrugada el cielo estaba completamente iluminado.
Lo más sorprendente es que, con la cantidad de estática que había en el ambiente, de vez en cuando se veían unas bolas blancas surcando el cielo de abajo hacia arriba, fenómeno que no habíamos visto.
Sólamente nos faltó ver el Fuego de San Telmo, pero afortunadamente no lo vimos, ya que dicen que trae mala suerte (y por si las moscas...)
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