«Existe un déficit mundial de 27.000 titulados; la gente en vez de buscar una experiencia a bordo se queda en tierra»
Coañés de nacimiento y enamorado del medio marino, Rafael García Méndez es profesor titular de la Universidad de Oviedo, adscrito al área de Ciencias y Técnicas de Navegación. Ocupa la dirección de la Escuela de Marina Civil y es experto en contaminación marina.
Covadonga JIMÉNEZ
Rafael García Méndez es director de la Escuela Superior de la Marina Civil de Gijón y experto en contaminación del medio marino. Una temática sobre la que lleva impartiendo cursos desde hace dieciséis años. Es miembro del Maritime Field Investigation Group de la Universidad de Oviedo (MaFIG). Titulado por la Escuela de La Coruña, tras diez años navegando en compañías internacionales, en el año 1985 se inició en la docencia universitaria. Con la experiencia de uno y otro lado analiza la situación de la profesión y los retos que se plantean para los próximos años.
-El Rectorado ha confirmado esta semana que los estudios de Marina Civil se convertirán en una ingeniería con la nueva ordenación de las enseñanzas universitarias.
-Nosotros ya estábamos englobados en el grupo de las carreras técnicas, pero a día de hoy la palabra la tiene el Gobierno, porque nosotros en este momento no tenemos ni directrices ni competencias, ni una serie de acuerdos que deberían estar implícitamente asumidos por diferentes ministerios, entre ellos, el de Fomento con Educación.
-¿Qué supondrá para ustedes este cambio?
-Creemos que va a ser una buena oportunidad para hacer más atractivos los estudios y, desde luego, ponerlos en el lugar que le corresponde, ya que en el momento de la integración, en el año 89, cuando pasamos a la Universidad, éramos educación superior reconocida como enseñanza técnica, y así lo reconoce el Ministerio de Educación y Ciencia y el Consejo de Universidades, que nos mete en el grupo de enseñanzas técnicas, donde sólo hay ingenieros y arquitectos. De hecho, en estos veinte años que llevamos prácticamente integrados éramos las únicas titulaciones en el grupo de técnicas como diplomados y licenciados, el resto eran o arquitectos o ingenieros.
-¿En qué afectará el cambio de denominación de los estudios?
-Creemos que en este momento pasarán a tener, por fin, la denominación que por estudios les corresponde, y nos adaptamos como el resto de las carreras y enseñanzas técnicas a la distribución, como recomienda Bolonia, de grado y máster, porque es una enseñanza superior.
-¿Cuáles son sus principales demandas para la nueva etapa universitaria?
-Uno de los principios que se recogen en el acuerdo de Bolonia es que el título de grado tenga competencias profesionales, cosa que en este momento la diplomatura de Marina Civil, por ejemplo, no tiene, porque dependemos del Ministerio de Fomento, que, a través de Marina Mercante, extiende la titulación profesional.
-¿El eterno problema de la diferenciación entre el título académico y el título profesional sigue sin resolverse?
-Si nos adaptamos a Bolonia, en el momento de alcanzar el grado el alumno tendría que poder ya ejercer sin que intervenga Marina Mercante, que en su día transfirió las enseñanzas a Educación y ahora tiene que transferir las competencias profesionales. Ese escollo hay que solventarlo. Nosotros hemos hecho todo lo posible. De hecho, quizá seamos de las ingenierías, del grupo de las técnicas, de las que lo tenemos más fácil para adaptarnos a Bolonia.
-¿Por qué?
-Para nosotros adaptarnos a Bolonia resulta poco problemático, porque sólo obliga a redistribuir los cursos y los contenidos. Las competencias que tienen nuestros titulados están reconocidas a nivel internacional, tanto los de náutica como los de máquinas, tanto lo que sería el grado en Ingeniería Náutica como el grado en Ingeniería Marítima. La cuestión que hay que resolver es que en el momento de obtener el grado se habilite al alumno para poder ejercer la profesión a bordo.
-¿Está preparada la Universidad de Oviedo para realizar esa adaptación?
-Yo no veo claro que podamos hacerlo para 2009 mientras el Gobierno no dé los pasos que tiene que dar. No depende ni del centro ni de la propia Universidad. Quizás en Marina Civil tenemos una cierta ventaja frente a otras titulaciones técnicas. Los licenciados en puente y en máquinas, con dos especialidades diferentes, están juntos en un solo colegio profesional.
-¿Cómo se encuentran a nivel de matrículas en el centro?
-En el año 2000 teníamos 600 alumnos y ahora tenemos 370, pero también en el año 2000 la Universidad de Oviedo tenía 40.000 alumnos y ahora tiene 28.000, entonces no podemos decir que para nosotros haya bajado mucho. Ha bajado en todo el mundo. Incluso nosotros somos de las que tenemos más gente de las siete escuelas de Marina Civil que hay en España.
-¿Existe un renacer de la actividad náutica?
-Hay una demanda tremenda de titulados. Ahora mismo hay un déficit de 27.000 titulados en el mundo, porque nuestra profesión es mundial. Todos nuestros alumnos están en multinacionales navegando, y tenemos ofertas de todo el mundo. Precisamente esta pasada semana nos llegó una para un titulado de la escuela para ocupar la plaza de jefe de operaciones del puerto de Róterdam. En muchos casos no podemos cubrir la demanda que nos llega.
-Muchos titulados han optado por quedarse a trabajar en tierra...
-Ése es el problema. En vez de buscar y coger una experiencia a bordo se quedan en tierra antes, sin tener ninguna experiencia a bordo, porque les ofrecen una remuneración que les permite vivir holgadamente y dicen: «¿Para qué me voy a molestar en navegar si ya me gano aquí para vivir?». Especialmente cuando se obtiene el grado profesional de capitán o jefe de máquinas las posibilidades de trabajar en tierra son mayores. No obstante, los estudios de náutica siempre han sido una carrera muy vocacional, igual que Medicina. Si quieres ser marino, tienes que afrontar la mar desde el barco y si te mareas o no puedes soportar estar tanto tiempo alejado del entorno familiar, entonces es muy difícil.
-¿Qué otras salidas profesionales tienen sus titulados?
-Existe otra salida muy importante que se ha recogido en varias ocasiones, y es el tema de los controladores aéreos, sobre todo, en el caso de los alumnos de Náutica, porque ahí los dos pilares fundamentales de la profesión son el inglés y el manejo del radar, dos aspectos fundamentales en la formación de nuestros alumnos.
-¿Falta motivación entre el alumnado?
-Para mí es una profesión maravillosa. Yo estoy encantado y orgulloso de ser marino, he navegado diez años, pero hoy en día la gente valora mucho más ganar menos dinero, estar en tierra, tener fines de semana libres, poder salir de copas con los amigos, y no estar tres meses encerrado en un barco y venir otros tres de vacaciones. Ese grado de dificultad requiere que la persona que emprende estos estudios tenga realmente vocación de marino, que le guste la mar y sea capaz de superar lo que tiene de sacrificio esta profesión, que es la separación familiar, por decirlo, porque el resto es una vida bastante cómoda y más o menos bien remunerada.
-Pese a todo el transporte marítimo sigue creciendo...
-Sí. Ya hace como cuatro años que lo vengo diciendo cada vez que hacemos la entrega de diplomas a cada promoción. Incluso ha habido una intervención en el Parlamento europeo pidiendo que los países de Europa incentivaran que la gente estudiara Náutica por el gran déficit que hay. El transporte marítimo sigue creciendo, los buques son cada vez más técnicos y sofisticados, y se exige más preparación a la gente.
-¿Cuál es la previsión para los próximos años?
-Se mantendrá la tendencia al alza. Hoy en día el 90 por ciento de las mercancías que se mueven en el mundo lo hacen por vía marítima, porque sigue siendo el medio más barato, el más seguro y el menos contaminante de todos. Ése es uno de sus atractivos, y la razón para que siga creciendo. El problema es que si no hay gente preparada ahí florecen los pabellones de conveniencia con tripulaciones subestándar y entonces pasa lo que pasa.
Fuente: La nueva España
Covadonga JIMÉNEZ
Rafael García Méndez es director de la Escuela Superior de la Marina Civil de Gijón y experto en contaminación del medio marino. Una temática sobre la que lleva impartiendo cursos desde hace dieciséis años. Es miembro del Maritime Field Investigation Group de la Universidad de Oviedo (MaFIG). Titulado por la Escuela de La Coruña, tras diez años navegando en compañías internacionales, en el año 1985 se inició en la docencia universitaria. Con la experiencia de uno y otro lado analiza la situación de la profesión y los retos que se plantean para los próximos años.
-El Rectorado ha confirmado esta semana que los estudios de Marina Civil se convertirán en una ingeniería con la nueva ordenación de las enseñanzas universitarias.
-Nosotros ya estábamos englobados en el grupo de las carreras técnicas, pero a día de hoy la palabra la tiene el Gobierno, porque nosotros en este momento no tenemos ni directrices ni competencias, ni una serie de acuerdos que deberían estar implícitamente asumidos por diferentes ministerios, entre ellos, el de Fomento con Educación.
-¿Qué supondrá para ustedes este cambio?
-Creemos que va a ser una buena oportunidad para hacer más atractivos los estudios y, desde luego, ponerlos en el lugar que le corresponde, ya que en el momento de la integración, en el año 89, cuando pasamos a la Universidad, éramos educación superior reconocida como enseñanza técnica, y así lo reconoce el Ministerio de Educación y Ciencia y el Consejo de Universidades, que nos mete en el grupo de enseñanzas técnicas, donde sólo hay ingenieros y arquitectos. De hecho, en estos veinte años que llevamos prácticamente integrados éramos las únicas titulaciones en el grupo de técnicas como diplomados y licenciados, el resto eran o arquitectos o ingenieros.
-¿En qué afectará el cambio de denominación de los estudios?
-Creemos que en este momento pasarán a tener, por fin, la denominación que por estudios les corresponde, y nos adaptamos como el resto de las carreras y enseñanzas técnicas a la distribución, como recomienda Bolonia, de grado y máster, porque es una enseñanza superior.
-¿Cuáles son sus principales demandas para la nueva etapa universitaria?
-Uno de los principios que se recogen en el acuerdo de Bolonia es que el título de grado tenga competencias profesionales, cosa que en este momento la diplomatura de Marina Civil, por ejemplo, no tiene, porque dependemos del Ministerio de Fomento, que, a través de Marina Mercante, extiende la titulación profesional.
-¿El eterno problema de la diferenciación entre el título académico y el título profesional sigue sin resolverse?
-Si nos adaptamos a Bolonia, en el momento de alcanzar el grado el alumno tendría que poder ya ejercer sin que intervenga Marina Mercante, que en su día transfirió las enseñanzas a Educación y ahora tiene que transferir las competencias profesionales. Ese escollo hay que solventarlo. Nosotros hemos hecho todo lo posible. De hecho, quizá seamos de las ingenierías, del grupo de las técnicas, de las que lo tenemos más fácil para adaptarnos a Bolonia.
-¿Por qué?
-Para nosotros adaptarnos a Bolonia resulta poco problemático, porque sólo obliga a redistribuir los cursos y los contenidos. Las competencias que tienen nuestros titulados están reconocidas a nivel internacional, tanto los de náutica como los de máquinas, tanto lo que sería el grado en Ingeniería Náutica como el grado en Ingeniería Marítima. La cuestión que hay que resolver es que en el momento de obtener el grado se habilite al alumno para poder ejercer la profesión a bordo.
-¿Está preparada la Universidad de Oviedo para realizar esa adaptación?
-Yo no veo claro que podamos hacerlo para 2009 mientras el Gobierno no dé los pasos que tiene que dar. No depende ni del centro ni de la propia Universidad. Quizás en Marina Civil tenemos una cierta ventaja frente a otras titulaciones técnicas. Los licenciados en puente y en máquinas, con dos especialidades diferentes, están juntos en un solo colegio profesional.
-¿Cómo se encuentran a nivel de matrículas en el centro?
-En el año 2000 teníamos 600 alumnos y ahora tenemos 370, pero también en el año 2000 la Universidad de Oviedo tenía 40.000 alumnos y ahora tiene 28.000, entonces no podemos decir que para nosotros haya bajado mucho. Ha bajado en todo el mundo. Incluso nosotros somos de las que tenemos más gente de las siete escuelas de Marina Civil que hay en España.
-¿Existe un renacer de la actividad náutica?
-Hay una demanda tremenda de titulados. Ahora mismo hay un déficit de 27.000 titulados en el mundo, porque nuestra profesión es mundial. Todos nuestros alumnos están en multinacionales navegando, y tenemos ofertas de todo el mundo. Precisamente esta pasada semana nos llegó una para un titulado de la escuela para ocupar la plaza de jefe de operaciones del puerto de Róterdam. En muchos casos no podemos cubrir la demanda que nos llega.
-Muchos titulados han optado por quedarse a trabajar en tierra...
-Ése es el problema. En vez de buscar y coger una experiencia a bordo se quedan en tierra antes, sin tener ninguna experiencia a bordo, porque les ofrecen una remuneración que les permite vivir holgadamente y dicen: «¿Para qué me voy a molestar en navegar si ya me gano aquí para vivir?». Especialmente cuando se obtiene el grado profesional de capitán o jefe de máquinas las posibilidades de trabajar en tierra son mayores. No obstante, los estudios de náutica siempre han sido una carrera muy vocacional, igual que Medicina. Si quieres ser marino, tienes que afrontar la mar desde el barco y si te mareas o no puedes soportar estar tanto tiempo alejado del entorno familiar, entonces es muy difícil.
-¿Qué otras salidas profesionales tienen sus titulados?
-Existe otra salida muy importante que se ha recogido en varias ocasiones, y es el tema de los controladores aéreos, sobre todo, en el caso de los alumnos de Náutica, porque ahí los dos pilares fundamentales de la profesión son el inglés y el manejo del radar, dos aspectos fundamentales en la formación de nuestros alumnos.
-¿Falta motivación entre el alumnado?
-Para mí es una profesión maravillosa. Yo estoy encantado y orgulloso de ser marino, he navegado diez años, pero hoy en día la gente valora mucho más ganar menos dinero, estar en tierra, tener fines de semana libres, poder salir de copas con los amigos, y no estar tres meses encerrado en un barco y venir otros tres de vacaciones. Ese grado de dificultad requiere que la persona que emprende estos estudios tenga realmente vocación de marino, que le guste la mar y sea capaz de superar lo que tiene de sacrificio esta profesión, que es la separación familiar, por decirlo, porque el resto es una vida bastante cómoda y más o menos bien remunerada.
-Pese a todo el transporte marítimo sigue creciendo...
-Sí. Ya hace como cuatro años que lo vengo diciendo cada vez que hacemos la entrega de diplomas a cada promoción. Incluso ha habido una intervención en el Parlamento europeo pidiendo que los países de Europa incentivaran que la gente estudiara Náutica por el gran déficit que hay. El transporte marítimo sigue creciendo, los buques son cada vez más técnicos y sofisticados, y se exige más preparación a la gente.
-¿Cuál es la previsión para los próximos años?
-Se mantendrá la tendencia al alza. Hoy en día el 90 por ciento de las mercancías que se mueven en el mundo lo hacen por vía marítima, porque sigue siendo el medio más barato, el más seguro y el menos contaminante de todos. Ése es uno de sus atractivos, y la razón para que siga creciendo. El problema es que si no hay gente preparada ahí florecen los pabellones de conveniencia con tripulaciones subestándar y entonces pasa lo que pasa.
Fuente: La nueva España
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