viernes, 10 de febrero de 2012

Se pueden sumar a Venezuela, Perú...

Ofensiva sobre YPF que no descarta renacionalizar

El Gobierno busca capear la crisis petrolera, acentuada por la dependencia externa de hidrocarburos. Pero se suma, además, la fuerte interna de poder entre De Vido y Moreno.

Cristina Kirchner aprovechó un breve dialogo y, en privado, le dijo sin dudar al Principe Felipe de España: “quiero expresarle mi desagrado y preocupación por el comportamiento de Repsol en YPF”. Fue en diciembre, en medio del protocolo de la reasunción y después de que la Presidenta tuviera un informe lapidario de Guillermo Moreno sobre los efectos de la política petrolera que llevó adelante su propio gobierno: caída en la producción, fuerte reducción en las reservas y creciente gastos de dólares para importar y sostener la ecuación energética.

Exactamente aquello que los ocho ex-secretarios de Energía, venían advirtiendo desde años, y que solo generaban declaraciones despectivas de la Casa Rosada. Una situación que tiene costo concreto: 10.000 millones de dólares para comprar combustibles . Ya habían sucedido dos tensas conversaciones secretas entre el propio Moreno, el ministro Julio de Vido y el titular de YPF, el empresario Sebastián Eskenazi. El jefe de Planificación en forma más tranquila, y Moreno utilizando su grosero lenguaje, le exigieron a Eskenazi que la petrolera no remitiera utilidades a Madrid y que destinara ese dinero a aumentar las inversiones.

Fue en medio de la corrida cambiaria de noviembre, pero Eskenazi no atendió los pedidos: “es imposible, porque lo que hacemos forma parte de un acuerdo de compra que auspició y avaló Néstor Kichrner”. Y agregó: “las utilidades ya fueron giradas en anticipos y los cambios sólo los puede decidir el accionista mayoritario”. Roberto Baratta, unos días después, como director del Estado, desaprobó el giro de fondos a España.

Así es la trama secreta del comienzo de la crisis petrolera, que pudo reconstruir Clarín con tres fuentes calificadas y que generó un terremoto en todo el sector petrolero. Hombres de negocios como Carlos Bulgheroni, Oscar Ormachea, Hugo Sigman y Marcelo Mindlin desconocen como afectará a sus empresas el conflicto con YPF. Antoni Brufau -por lo pronto- volvió el miércoles a Madrid con las manos vacías y lleno de amenazas de estatización.

Lo único que le quedó claro es que no existe una posición única en el gobierno y que hay una feroz interna de poder entre De Vido y Moreno. Estas posiciones son: -Moreno encarna la posición más dura y apoyado por La Cámpora -trabaja con él, Axel Kiciloff- sostiene que si Repsol no acepta la postura de la Casa Rosada, hay que llevar adelante una política de hostigamiento a la firma, hasta devaluar su precio a solo 10.000 millones de dólares y comprarla en cuotas por el Estado. 

Esta facción encargó y pidió ayer la difusión del informe del Barclays Capital, que argumentó que Argentina tiene los dólares para comprar la petrolera. Una contradicción con el torniquete que aplica la AFIP, pero que obedece a los jugosos contratos del Barclays con el equipo económico.

-Julio de Vido tiene una posición negociadora y le sugirió a Brufau una estrategia de endeudamiento para cumplir con las exigencias y evitar la crisis. No descarta una nacionalización parcial con la intervención de Enarsa en un 25 % del paquete accionario, y abrir la compañía a PDVSA.

Pero en la puja entre ambos, Moreno negocia un acuerdo con Angola para desplazar a Venezuela como proveedor de combustible. En la hermética reunión del lunes en el palacio de Hacienda hubo un único pedido político de Brufau a lo ministros: reducir los niveles de confrontación para permitir durante la tregua elaborar en Madrid una propuesta que acerque posiciones y, a la vez, que no se deteriore aún más la acción de Repsol-YPF.

Pero la tregua duró solo 24 horas. Ayer los gobernadores -por pedido de Olivos- salieron con los tapones de punta. Rafael Estrella, el embajador de España en Buenos Aires, fracasó en su intento de armar una cumbre entre Brufau y la Presidenta.

Tampoco pudo lograrlo Sebastián Eskenazi, a quien el gobierno le quitó la interlocución oficial con YPF.
Bloqueado el diálogo con Cristina Kirchner, el último fin de semana Brufau habló con De Vido y acordaron hacer una reunión con Amado Boudou y Guillermo Moreno. Pero el encuentro fracasó y derivó en el conclave del lunes de Vido y Hernán Lorenzino. Boudou no fue autorizado a participar por la Presidenta y Moreno decidió no avalar la negociación del ministro de Planificación.
La noticia provocó fastidio en el petrolero catalán y motivó un comentario despectivo de Brufau hacia el poder e influencia de Lorenzino. Así lo dijo: “para qué vamos a hablar con el señor Ministro Pintado”.

Fue en la intimidad de las reuniones de trabajo del último fin de semana en la sede de YPF. Piloteó los encuentros con su mano derecha el financista Miguel Martinez. Ambos fueron los únicos que concurrieron al Palacio de Hacienda y recibieron la réplica de un molesto Lorenzino: “Por fin conozco la cara del colonizador”.

El encuentro fue frontal y lleno de reproches mutuos. Nadie varió la posición de fondo y el titular de Repsol recitó argumentos similares a los que en noviembre expuso Eskenazi. Habló del acuerdo con Néstor Kirchner y advirtió que para sostener el valor de las acciones de Repsol, es clave capitalizar las ganancias de YPF.

Pero después -por sugerencia previa de Eskenazi- se mostró más contemplativo y solicitó la tregua de dos semanas para elaborar una propuesta que acerque las posiciones. De Vido se mostró increduló y sugirió otra salida: que YPF se endeude en 4.000 millones de dólares, para cumplir con las exigencias de Argentina.

Una crisis fruto de la política de la sabana corta : se cambió el autoabastecimiento, por la dependencia externa de hidrocarburos.
Fuente: Clarin

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