Serantes, el túnel sin salida
Con cuatro kilómetros de recorrido, es el túnel más largo de Vizcaya. Ha costado 50 millones de euros y se ha excavado durante casi un lustro -entre 2005 y 2009- con la ayuda de cientos de toneladas de explosivos. Son cifras que no pasan desapercibidas; pero el proyecto es, en realidad, un gran desconocido. Las personas que trabajan en el sector ferroviario le llaman 'el enigma Serantes'. La galería que tiene como objetivo sacar directamente por vía férrea las mercancías del Puerto de Bilbao, por debajo de la montaña, lleva más de un año finalizada, pero su entrada en servicio constituye una incógnita. Antes de que la crisis hiciera estragos en los presupuestos, el Gobierno central había fijado su inauguración para 2013. Sin embargo, en la actualidad, nadie se atreve a dar una fecha concreta. El Ministerio de Fomento admite que la obra civil está acabada, aunque falta por rematar la catenaria y las vías. Por ahora, su boca sur permanece tapiada, en un compás de espera que podría demorarse hasta una década.
El motivo de que una infraestructura de este calado carezca por el momento de utilidad alguna descansa en el hecho de que aún no se ha construido la Variante Sur Ferroviaria, una línea para trenes de mercancías que se diseñó pensando en unir el túnel con Basauri, a lo largo de 18 kilómetros. Una obra colosal que en un 80% iría soterrada y que requiere de una inversión cercana a los 600 millones de euros, cuatro veces más de lo que va a costar el nuevo ramal del metro entre Etxebarri y Matiko y 100 millones más del presupuesto anual del Ayuntamiento de Bilbao.
Sin esta pieza fundamental, la galería ya terminada carece de sentido. Actualmente, el proyecto constructivo de la Variante Sur Ferroviaria se encuentra en el Ministerio de Medio Ambiente, que aún no ha concecido su visto bueno. Todavía hay que estudiar la afección que tendrá sobre el entorno y los montes de Triano. Habrá también que abrir varios periodos de alegaciones e información pública y, después, solventar el espinoso asunto de la financiación. Finalmente, restará sacar a concurso las obras, adjudicarlas y ejecutarlas. Un camino administrativo y burocrático muy largo y no exento de dificultades, sobre todo en un momento en el que se impone la austeridad en la inversión pública.
La idea de horadar el Serantes y buscar una salida directa a los trenes con contenedores y mercancías -incluidas las peligrosas- que atraviesan actualmente el casco urbano de Santurtzi surgió hace más de dos décadas. En el año 2000, Francisco Álvarez Cascos llegó al Ministerio de Fomento y dio el impulso definitivo al túnel. Cuentan que el exdirigente del PP se llevó una sorpresa mayúscula cuando descubrió que más del 90% de las cargas portuarias salían o entraban de la zona franca por carretera. Según los últimos datos conocidos, en 2009, los camiones movieron 10,87 millones de toneladas frente a 0,98 del tren. Esta contundente estadística acabó por convencerle de que había que descongestionar las autopistas de Vizcaya. El plan que le presentaron los ingenieros le pareció brillante. Pasaba por excavar 3,6 kilómetros de corredor subterráneo para aflorar junto al barrio de Nocedal, en Ortuella, al otro lado del macizo costero. Allí la vía férrea enlazaría con la C-2, la red de Cercanías que une Muskiz y Barakaldo, que debería ser totalmente remozada para soportar el tránsito de convoyes más largos y pesados.
Las obras fueron adjudicadas a FCC y Construcciones Olabarri por un valor de 47,9 millones de euros. Los trabajos comenzaron en junio de 2005. Sin embargo, la fuerte oposición vecinal que suscitó la iniciativa, que suponía atravesar los cascos urbanos de Ortuella y Trapagaran, obligaron a los sucesores de Álvarez Cascos a modificar los planes del ministro asturiano. Tanto el PSE como el PSOE se comprometieron con las asociaciones civiles a no sacar las cargas portuarias por el centro de estos dos municipios y prolongar el túnel con la Variante Sur Ferroviaria.
«No bajar la guardia»
Los ánimos se aplacaron en la zona minera, pero los agentes sociales todavía se mantienen atentos a que este Gobierno o el próximo pueda retomar la idea del ex líder popular, que resulta muchísimo más barata. «No bajamos la guardia porque sería una barbaridad que desdoblaran la línea C-2 y nos metieran por aquí las mercancías», apunta José Ángel Seijo, uno de los líderes del movimiento ciudadano. El alcalde de Ortuella, Oskar Martínez, tampoco quiere contemplar siquiera este escenario. «No hay nada por escrito, pero sí existe un compromiso político y verbal de hacer la Variante Sur». El regidor destaca el «sinsentido» que supone actualmente el túnel del Serantes, en la actual situación. «Hay que acelerar la prolongación para que entre en servicio cuanto antes», solicita.
Al otro lado de la montaña, en Santurtzi, el retraso en la inauguración de la galería está generando un problema urbanístico «de primer orden». Al menos así lo considera su alcalde, Ricardo Ituarte. Hasta 15 trenes de mercancías circulan al día por el centro del municipio. Una trinchera de cables y catenarias separa el puerto pesquero y el paseo marítimo del núcleo urbano. La cicatriz tenía que haber sido ya borrada según el acuerdo que alcanzó la Administración local con Bilbao Ría 2000, la Autoridad Portuaria y Adif. El convenio estipulaba el desmantelamiento de la vía férrea y la expropiación del suelo resultante, tan pronto como el túnel del Serantes entrara en servicio.
Con todo, el Consistorio no se ha detenido y trata de impulsar un ambicioso proyecto de 5 millones de euros para que el centro de la localidad se vuelva a asomar al mar y recupere su sabor marinero. La iniciativa ha echado a andar en una primera fase con la construcción de un aparcamiento subterráneo y la ampliación del parque central. No obstante, el remate no podrá producirse hasta que las mercancías salgan por la galería ya finalizada. «Queremos que hagan sus deberes cuanto antes porque esta iniciativa va a suponer una transformación impresionante para nuestro pueblo», exige Ituarte, que recuerda «la deuda histórica» que el Puerto tiene con la localidad marinera.
Fuente: el correo
El motivo de que una infraestructura de este calado carezca por el momento de utilidad alguna descansa en el hecho de que aún no se ha construido la Variante Sur Ferroviaria, una línea para trenes de mercancías que se diseñó pensando en unir el túnel con Basauri, a lo largo de 18 kilómetros. Una obra colosal que en un 80% iría soterrada y que requiere de una inversión cercana a los 600 millones de euros, cuatro veces más de lo que va a costar el nuevo ramal del metro entre Etxebarri y Matiko y 100 millones más del presupuesto anual del Ayuntamiento de Bilbao.
Sin esta pieza fundamental, la galería ya terminada carece de sentido. Actualmente, el proyecto constructivo de la Variante Sur Ferroviaria se encuentra en el Ministerio de Medio Ambiente, que aún no ha concecido su visto bueno. Todavía hay que estudiar la afección que tendrá sobre el entorno y los montes de Triano. Habrá también que abrir varios periodos de alegaciones e información pública y, después, solventar el espinoso asunto de la financiación. Finalmente, restará sacar a concurso las obras, adjudicarlas y ejecutarlas. Un camino administrativo y burocrático muy largo y no exento de dificultades, sobre todo en un momento en el que se impone la austeridad en la inversión pública.
La idea de horadar el Serantes y buscar una salida directa a los trenes con contenedores y mercancías -incluidas las peligrosas- que atraviesan actualmente el casco urbano de Santurtzi surgió hace más de dos décadas. En el año 2000, Francisco Álvarez Cascos llegó al Ministerio de Fomento y dio el impulso definitivo al túnel. Cuentan que el exdirigente del PP se llevó una sorpresa mayúscula cuando descubrió que más del 90% de las cargas portuarias salían o entraban de la zona franca por carretera. Según los últimos datos conocidos, en 2009, los camiones movieron 10,87 millones de toneladas frente a 0,98 del tren. Esta contundente estadística acabó por convencerle de que había que descongestionar las autopistas de Vizcaya. El plan que le presentaron los ingenieros le pareció brillante. Pasaba por excavar 3,6 kilómetros de corredor subterráneo para aflorar junto al barrio de Nocedal, en Ortuella, al otro lado del macizo costero. Allí la vía férrea enlazaría con la C-2, la red de Cercanías que une Muskiz y Barakaldo, que debería ser totalmente remozada para soportar el tránsito de convoyes más largos y pesados.
Las obras fueron adjudicadas a FCC y Construcciones Olabarri por un valor de 47,9 millones de euros. Los trabajos comenzaron en junio de 2005. Sin embargo, la fuerte oposición vecinal que suscitó la iniciativa, que suponía atravesar los cascos urbanos de Ortuella y Trapagaran, obligaron a los sucesores de Álvarez Cascos a modificar los planes del ministro asturiano. Tanto el PSE como el PSOE se comprometieron con las asociaciones civiles a no sacar las cargas portuarias por el centro de estos dos municipios y prolongar el túnel con la Variante Sur Ferroviaria.
«No bajar la guardia»
Los ánimos se aplacaron en la zona minera, pero los agentes sociales todavía se mantienen atentos a que este Gobierno o el próximo pueda retomar la idea del ex líder popular, que resulta muchísimo más barata. «No bajamos la guardia porque sería una barbaridad que desdoblaran la línea C-2 y nos metieran por aquí las mercancías», apunta José Ángel Seijo, uno de los líderes del movimiento ciudadano. El alcalde de Ortuella, Oskar Martínez, tampoco quiere contemplar siquiera este escenario. «No hay nada por escrito, pero sí existe un compromiso político y verbal de hacer la Variante Sur». El regidor destaca el «sinsentido» que supone actualmente el túnel del Serantes, en la actual situación. «Hay que acelerar la prolongación para que entre en servicio cuanto antes», solicita.
Al otro lado de la montaña, en Santurtzi, el retraso en la inauguración de la galería está generando un problema urbanístico «de primer orden». Al menos así lo considera su alcalde, Ricardo Ituarte. Hasta 15 trenes de mercancías circulan al día por el centro del municipio. Una trinchera de cables y catenarias separa el puerto pesquero y el paseo marítimo del núcleo urbano. La cicatriz tenía que haber sido ya borrada según el acuerdo que alcanzó la Administración local con Bilbao Ría 2000, la Autoridad Portuaria y Adif. El convenio estipulaba el desmantelamiento de la vía férrea y la expropiación del suelo resultante, tan pronto como el túnel del Serantes entrara en servicio.
Con todo, el Consistorio no se ha detenido y trata de impulsar un ambicioso proyecto de 5 millones de euros para que el centro de la localidad se vuelva a asomar al mar y recupere su sabor marinero. La iniciativa ha echado a andar en una primera fase con la construcción de un aparcamiento subterráneo y la ampliación del parque central. No obstante, el remate no podrá producirse hasta que las mercancías salgan por la galería ya finalizada. «Queremos que hagan sus deberes cuanto antes porque esta iniciativa va a suponer una transformación impresionante para nuestro pueblo», exige Ituarte, que recuerda «la deuda histórica» que el Puerto tiene con la localidad marinera.
Fuente: el correo
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