miércoles, 10 de septiembre de 2014

Pecio histórico

Hallan un barco de la expedición perdida de John Franklin al Ártico

En 1845, Sir John Franklin y 128 marineros embarcaron desde Inglaterra para encontrar el Paso del Noroeste, el legendario empeño de los Británicos por rodear el continente Americano hacia el Pacífico. Iban a bordo de dos naves: el HMS Erebus y el HMS Terror. Ambos barcos fueron equipados con las más avanzadas técnicas de propulsión de la época y víveres para tres años, pero la expedición se perdió, como tragada por el Ártico. Se dice que abandonaron los buques y murieron de frío, hambre, tuberculosis y escorbuto.

Pero hoy sabemos que el Gobierno de Canadá se toma muy en serio la historia sumergida. Y como demuestra el descubrimiento que se anunció ayer, el de uno de los dos barcos de John Franklin, ha sabido unir los esfuerzos de distintas agencias para un logro que hará historia. Todo un ejemplo para España que continúa sin demostrar su capacidad de aunar esfuerzos ni emprender proyectos de tanta complejidad en esta disciplina. Tras un inusual anuncio del primer ministro de Canadá, Stephen Harper, se ha conocido que un equipo de arqueólogos subacuáticos ha hallado los restos de uno de los dos buques de la legendaria expedición de John Franklin que se perdieron mientras buscaban el paso del Noroeste. Harper afirmó que aún no se sabe cuál de los dos barcos de la expedición ha sido detectado por el sónar de barrido lateral. Las imágenes obtenidas sí confirman que es uno de los dos navíos de aquella empresa perdida, bien el HMS Erebus o el HMS Terror, que nunca fueron vistos por europeos después de julio de 1845, cuando un ballenero, el Príncipe de Gales, los avistó.

La imagen del sónar permite apreciar el buque casi intacto, que se eleva entre 4 y 5 metros del lecho marino y también se ha detectado el palo mayor, que fue cortado probablemente, según explicó Ray Harris, uno de los arqueólogos que dirige la búsqueda. También son visibles aparejos y otros detalles en la imagen, de gran calidad.

El Gobierno canadiense ha dado las gracias a los participantes en esta búsqueda, en el Estrecho Victoria: Parques de Canadá, la Real Sociedad Geográfica Canadiense, la Fundación de Investigación en el Ártico, los Guardacostas y la Royal Navy canadiense, además del Gobierno de la región de Nunavut. ¿Alguien se imagina algo así en España, una Comunidad Autónoma y un conjunto similar de instituciones científicas colaborando en investigar un barco de Trafalgar?

Para lograr este hallazgo, según indicó Andrew Campbell, vicepresidente de los Parques de Canadá, se han empleado numerosas técnicas y estudios, tanto del hielo y sus movimientos, como sobre la construcción y medidas de ambos barcos, que eran gemelos. El descubrimiento ha tenido también una parte de suerte, porque se produjo al día siguiente de que se hallaran algunas piezas de una de las naves, un trozo de pescante y de poleas con marcas de la Royal Navy, en la zona de búsqueda al suroeste de la Isla del Rey Guillermo. Los detalles del final de esta fracasada expedición se desconocen, pero en las tradiciones orales de los inuit se incluyen relatos sobre hombres agonizando en el desierto helado que sin embargo evitaban el contacto con los esquimales ni les preguntaban cómo sobrevivir en un medio tan duro y hostil. Se cree que finalmente no todos abandonaron los barcos, pero Campbell espera a que se realice una excavación, que si es escrupulosamente científica podrá recuperar muchísima información del interior del barco, tal vez incluso testimonios escritos de lo que sucedió.

Además, los investigadores creen que podría hallarse relativamente pronto la otra nave.

Después de más de cien años de misterio y de intentos de la historiografía por desvelarlo, lo cierto es que la expedición ha sido también objeto de novelas y canciones. Por todo ello, ayer la noticia corrió como la pólvora en Canadá.

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