Shell apuesta a las desinversiones y a Brasil para hacer frente a los bajos precios del crudo
A pesar de que Royal Dutch Shell atraviesa un período de fuertes recortes de gastos para enfrentar los precios más bajos del petróleo y los US$70.000 millones que pagó por BG en abril, el director ejecutivo, Ben Van Beurden, mantiene firme su plan para convertir a la anglo-holandesa en la mayor proveedora de Gas Natural Licuado del mundo, desafiando a Exxon Mobil.
Hace una semana, la empresa informó una caída de 25% en sus utilidades del segundo trimestre, hasta US$3.986 millones. En medio de la reestructuración de su negocio global de refinerías, la empresa acordó reducir 6.500 puestos de trabajo y vender a fines de año su participación de 75% en la china Tongyi Lubricants, que compró en 2006. La firma seguirá presente en China a través de la industria de lubricantes, pero en paralelo está apostando fuertemente por otros mercados, destinando unos US$5.000 millones a nuevas compras, principalmente en Brasil, donde la estatal Petrobras se está deshaciendo de activos por US$14.000 millones a raíz del mal momento financiero que enfrenta, agravado por el escándalo de corrupción que ha golpeado a esa firma y al gobierno de Dilma Rousseff.
Para los expertos, la ventaja de Shell hoy en día es que tiene un balance muy grande, por lo que su capacidad para soportar un barril de petróleo en US$60 es fuerte, pero esa resiliencia por los próximos dos años será mejor si pueden completar la desinversión programada de US$30.000 millones en activos para 2016 y 2018, después de comprar BG.
“Si Shell completa esa venta en un ambiente de bajos precios del crudo, podrán mantener los dividendos y las proyecciones para su balance. El negocio tiene una fortaleza subyacente, pero es sensible a las desinversiones”, dijo a PULSO Richard Griffith, analista de Canaccord Genuity Limited.
En cuanto al acuerdo por BG, Griffith señaló que en un par de años se demostrará que fue un negocio muy inteligente, ya que la lógica industrial entre ambas empresas tiene sentido desde hace más de una década. “Industrialmente, la cartera comercial de BG tiene una posición fuerte en aguas profundas en Brasil y en GNL, lo que coincide con la estrategia de Shell del año pasado cuando fijó como sus dos motores clave de crecimiento para la próxima década la exploración en aguas profundas y GNL”, declaró.
De acuerdo con el consenso de Bloomberg, el precio objetivo de la acción de la compañía es de 31,16 euros a doce meses, en comparación con los 26,77 euros en que cerraron el viernes.
BG, además, acaba de terminar un período de fuertes inversiones de capital, que se reducirán este año y el próximo, bajando desde un peak de US$11.000 millones a cerca de US$5.000 millones, aunque seguirán gastando unos US$2.500 millones y US$3.000 millones en Brasil. “La compraron barato si creemos que el precio del petróleo subirá de nuevo”, porque el dinero que gasta BG se reducirá, mientras el flujo de caja que generen sus nuevos proyectos seguirá acelerándose. Fue el momento perfecto, al comprar posiblemente en el punto más bajo del ciclo del precio del petróleo”, acotó Griffith.
La jugada de Shell, que se cerrará a inicios de 2016, posiblemente genere nuevos movimientos en la industria. Shell ya vendió refinerías y operaciones minoristas en Australia, Italia, Reino Unido, Dinamarca, Noruega, Francia y Japón, pero ahora expertos piensan que Exxon está mirando otros activos y que podría salir de compras para cerrar negocios, ya que actualmente es más barato comprar barriles de crudo que obtener licencias de exploración y desarrollo petrolero.
Hace una semana, la empresa informó una caída de 25% en sus utilidades del segundo trimestre, hasta US$3.986 millones. En medio de la reestructuración de su negocio global de refinerías, la empresa acordó reducir 6.500 puestos de trabajo y vender a fines de año su participación de 75% en la china Tongyi Lubricants, que compró en 2006. La firma seguirá presente en China a través de la industria de lubricantes, pero en paralelo está apostando fuertemente por otros mercados, destinando unos US$5.000 millones a nuevas compras, principalmente en Brasil, donde la estatal Petrobras se está deshaciendo de activos por US$14.000 millones a raíz del mal momento financiero que enfrenta, agravado por el escándalo de corrupción que ha golpeado a esa firma y al gobierno de Dilma Rousseff.
Para los expertos, la ventaja de Shell hoy en día es que tiene un balance muy grande, por lo que su capacidad para soportar un barril de petróleo en US$60 es fuerte, pero esa resiliencia por los próximos dos años será mejor si pueden completar la desinversión programada de US$30.000 millones en activos para 2016 y 2018, después de comprar BG.
“Si Shell completa esa venta en un ambiente de bajos precios del crudo, podrán mantener los dividendos y las proyecciones para su balance. El negocio tiene una fortaleza subyacente, pero es sensible a las desinversiones”, dijo a PULSO Richard Griffith, analista de Canaccord Genuity Limited.
En cuanto al acuerdo por BG, Griffith señaló que en un par de años se demostrará que fue un negocio muy inteligente, ya que la lógica industrial entre ambas empresas tiene sentido desde hace más de una década. “Industrialmente, la cartera comercial de BG tiene una posición fuerte en aguas profundas en Brasil y en GNL, lo que coincide con la estrategia de Shell del año pasado cuando fijó como sus dos motores clave de crecimiento para la próxima década la exploración en aguas profundas y GNL”, declaró.
De acuerdo con el consenso de Bloomberg, el precio objetivo de la acción de la compañía es de 31,16 euros a doce meses, en comparación con los 26,77 euros en que cerraron el viernes.
BG, además, acaba de terminar un período de fuertes inversiones de capital, que se reducirán este año y el próximo, bajando desde un peak de US$11.000 millones a cerca de US$5.000 millones, aunque seguirán gastando unos US$2.500 millones y US$3.000 millones en Brasil. “La compraron barato si creemos que el precio del petróleo subirá de nuevo”, porque el dinero que gasta BG se reducirá, mientras el flujo de caja que generen sus nuevos proyectos seguirá acelerándose. Fue el momento perfecto, al comprar posiblemente en el punto más bajo del ciclo del precio del petróleo”, acotó Griffith.
La jugada de Shell, que se cerrará a inicios de 2016, posiblemente genere nuevos movimientos en la industria. Shell ya vendió refinerías y operaciones minoristas en Australia, Italia, Reino Unido, Dinamarca, Noruega, Francia y Japón, pero ahora expertos piensan que Exxon está mirando otros activos y que podría salir de compras para cerrar negocios, ya que actualmente es más barato comprar barriles de crudo que obtener licencias de exploración y desarrollo petrolero.
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