Miranda recupera su chacolí con una vendimia que dará 13.000 litros
La bodega trabaja con uvas de la finca mirandesa Sajuela para elaborar 15.00 botellas de blanco y de clarete que no podrán usar el término chacolí hasta que se apruebe la IGP
Pildorita, Samuel y Chamorro son los nombres de los tres depósitos de la bodega Término de Miranda en los que ya se están elaborando el chacolí que en el mes de diciembre saldrá al mercado como primera producción de esta bodega que trabaja en la recuperación de la producción chacolinera local. Nombres que no son un capricho, sino una seña más de identidad de este chacolí mirandés que estos bodegueros están recuperando, ya que Pildorita, Chamorro y Samuel eran tres de los muchos chacolís (así se llamaba a los bares en el Casco Viejo) en los que tradicionalmente se elaboró y vendió este caldo.
Con 10.000 litros de capacidad por depósito, que no van a llenarse ya que en el proceso de elaboración hace falta tener uno vacío para trasegar el vino, estos albergan ya el mosto procedente de las uvas, que una vez fermentado y completada su elaboración, se convertirá en unos 13.000 litros de chacolí (15.000 botellas), la mitad blanco y la mitad clarete o rosado (llamado tradicionalmente ojogallo), siguiendo así igualmente la producción tradicional e histórica de la zona.
En la bodega, ubicada en el Camino de La Narra, en Miranda, se trabaja a buen ritmo, y si el sábado se inició la vendimia de la uva para el clarete, estos días se afanan con la uva blanca. Ambas llegan de la finca Sajuela, una isla de más de 30 hectáreas de viñedo que administrativamente es Miranda pero está en terreno riojano, y de hecho tiene uvas ya amparadas por la DOC Rioja y el CR Cava, que se han desclasificado para poder hacer este chacolí.
Chacolí, «o vino que aspira a ser chacolí», recuerda Koldo Madariaga, uno de los socios de la bodega mirandesa, ya que hasta que no se logre la denominación o figura de indicación geográfica protegida para el chacolí del norte de Burgos o del alto Ebro no podrá comercializarse bajo este nombre. No obstante explica que el proceso para poder comercializar chacolí está iniciado y se prevé culminar en unos tres años, «y al consumidor no se le puede engañar, hay que cumplir una regulación y nosotros en este proceso la estamos cumpliendo; lo haremos en el etiquetado, el embotellado y la distribución, pero no podemos decir que esto es un vino blanco y dentro de tres años decir a los consumidores que no, que era chacolí lo que bebían», dijo.
De ahí que se empleará un apellido a este Término de Miranda al estilo del que ya se usa en la bodega y en el viñedo: «Con ch desde 1750», marcando claramente que este caldo mirandés es, si no en lo estrictamente legal y comercial un chacolí, sí en todo lo demás.
futuro. Madariaga explica que se trabaja ya en la obtención de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) para lograr en un medio plazo ese término chacolí. «Estamos haciendo lo que Miranda ha hecho siempre», defiende, recordando que Término de Miranda respeta el grado alcohólico y el volumen de acidez del chacolí tradicional hecho en la zona, y que en cuanto a las uvas, la principal es la variedad tradicional que es la viura, con un aporte de verdejo para el blanco, y la tempranillo para el clarete.
Empresarialmente el proyecto ha supuesto ya una inversión de unos 150.000 euros, y se trabaja con el objetivo de en unos cinco años alcanzar entre 30.000 y 40.000 litros. Para eso ya se ha realizado una plantación propia de viñedo en una finca cercana a San Miguel del Monte, «y han aparecido nuevos viticultores de la zona», como Orón, Ayuelas, Santa Gadea del Cid, Suzana... además de en la Bureba y el Valle de Mena. «Hay mucho interés», corrobora el bodeguero.
Todos ellos trabajan ya en una asociación de productores, que es la que impulsará la Indicación Geográfica Protegida chacolí para la zona. «Primero tenemos que creérnoslo y plantar más viña, porque nuestra administración está por la labor, y la que tiene que dar el visto bueno y la primera que va a auditar esta propuesta de la IGP en la Junta», dice.
trabas. Aunque augura, -e incluso entiende en cierto modo- que desde el País Vasco y sus DOC llegarán recursos contra los productores de Burgos, recordó que la propuesta que hacen «es seria y formal», y está avalada por las instituciones y lo estará por muchos otros organismos técnicos vinculados al vino y la historia.
«No entendemos de fronteras administrativas, y en el vino así lo hacen otras DOC como Rioja, que tiene vinos de Álava, Navarra y Burgos; se trata de un chacolí en subzonas, cada uno con sus matices, como ya ocurre entre el alavés, el guipuzcoano o el vizcaíno», valora.
Se espera que hoy se dé por finalizado el proceso de vendimia y de entrada de las uvas en la bodega, en la que se ha habilitado un laboratorio para el control de vino y donde se han equipado, además de los depósitos, otros elementos fundamentales como las mesas de selección, la despalilladora y la prensa. Un proceso artesanal en el que incluso se trae la uva de los viñedos en camión frigorífico, para así lograr el menor deterioro de la misma y sus óptimas condiciones para la entrada en la bodega.
A las instalaciones, además, he llegado también uva procedente de Llano de Bureba, de una plantación familiar de uva negra con la que se podrá elaborar parte del chacolí ojogallo, que junto con el blanco, se espera poder sacar al mercado a lo largo del mes de diciembre.
Fuente: Diario de Burgos
Con 10.000 litros de capacidad por depósito, que no van a llenarse ya que en el proceso de elaboración hace falta tener uno vacío para trasegar el vino, estos albergan ya el mosto procedente de las uvas, que una vez fermentado y completada su elaboración, se convertirá en unos 13.000 litros de chacolí (15.000 botellas), la mitad blanco y la mitad clarete o rosado (llamado tradicionalmente ojogallo), siguiendo así igualmente la producción tradicional e histórica de la zona.
En la bodega, ubicada en el Camino de La Narra, en Miranda, se trabaja a buen ritmo, y si el sábado se inició la vendimia de la uva para el clarete, estos días se afanan con la uva blanca. Ambas llegan de la finca Sajuela, una isla de más de 30 hectáreas de viñedo que administrativamente es Miranda pero está en terreno riojano, y de hecho tiene uvas ya amparadas por la DOC Rioja y el CR Cava, que se han desclasificado para poder hacer este chacolí.
Chacolí, «o vino que aspira a ser chacolí», recuerda Koldo Madariaga, uno de los socios de la bodega mirandesa, ya que hasta que no se logre la denominación o figura de indicación geográfica protegida para el chacolí del norte de Burgos o del alto Ebro no podrá comercializarse bajo este nombre. No obstante explica que el proceso para poder comercializar chacolí está iniciado y se prevé culminar en unos tres años, «y al consumidor no se le puede engañar, hay que cumplir una regulación y nosotros en este proceso la estamos cumpliendo; lo haremos en el etiquetado, el embotellado y la distribución, pero no podemos decir que esto es un vino blanco y dentro de tres años decir a los consumidores que no, que era chacolí lo que bebían», dijo.
De ahí que se empleará un apellido a este Término de Miranda al estilo del que ya se usa en la bodega y en el viñedo: «Con ch desde 1750», marcando claramente que este caldo mirandés es, si no en lo estrictamente legal y comercial un chacolí, sí en todo lo demás.
futuro. Madariaga explica que se trabaja ya en la obtención de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) para lograr en un medio plazo ese término chacolí. «Estamos haciendo lo que Miranda ha hecho siempre», defiende, recordando que Término de Miranda respeta el grado alcohólico y el volumen de acidez del chacolí tradicional hecho en la zona, y que en cuanto a las uvas, la principal es la variedad tradicional que es la viura, con un aporte de verdejo para el blanco, y la tempranillo para el clarete.
Empresarialmente el proyecto ha supuesto ya una inversión de unos 150.000 euros, y se trabaja con el objetivo de en unos cinco años alcanzar entre 30.000 y 40.000 litros. Para eso ya se ha realizado una plantación propia de viñedo en una finca cercana a San Miguel del Monte, «y han aparecido nuevos viticultores de la zona», como Orón, Ayuelas, Santa Gadea del Cid, Suzana... además de en la Bureba y el Valle de Mena. «Hay mucho interés», corrobora el bodeguero.
Todos ellos trabajan ya en una asociación de productores, que es la que impulsará la Indicación Geográfica Protegida chacolí para la zona. «Primero tenemos que creérnoslo y plantar más viña, porque nuestra administración está por la labor, y la que tiene que dar el visto bueno y la primera que va a auditar esta propuesta de la IGP en la Junta», dice.
trabas. Aunque augura, -e incluso entiende en cierto modo- que desde el País Vasco y sus DOC llegarán recursos contra los productores de Burgos, recordó que la propuesta que hacen «es seria y formal», y está avalada por las instituciones y lo estará por muchos otros organismos técnicos vinculados al vino y la historia.
«No entendemos de fronteras administrativas, y en el vino así lo hacen otras DOC como Rioja, que tiene vinos de Álava, Navarra y Burgos; se trata de un chacolí en subzonas, cada uno con sus matices, como ya ocurre entre el alavés, el guipuzcoano o el vizcaíno», valora.
Se espera que hoy se dé por finalizado el proceso de vendimia y de entrada de las uvas en la bodega, en la que se ha habilitado un laboratorio para el control de vino y donde se han equipado, además de los depósitos, otros elementos fundamentales como las mesas de selección, la despalilladora y la prensa. Un proceso artesanal en el que incluso se trae la uva de los viñedos en camión frigorífico, para así lograr el menor deterioro de la misma y sus óptimas condiciones para la entrada en la bodega.
A las instalaciones, además, he llegado también uva procedente de Llano de Bureba, de una plantación familiar de uva negra con la que se podrá elaborar parte del chacolí ojogallo, que junto con el blanco, se espera poder sacar al mercado a lo largo del mes de diciembre.
Fuente: Diario de Burgos
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