viernes, 11 de enero de 2013

Vuelven

El gas de esquisto impulsará un boom de la fabricación en Estados Unidos
La industria química abandonó Estados Unidos en masa, pero el gas natural barato vuelve a atraerla.

Quienes predicen un renacimiento de la fabricación en Estados Unidos suelen imaginarse robots runruneado o fábricas avanzadas que producen turbinas eólicas y paneles solares. La auténtica ventaja estadounidense quizá sea mucho más mundana: materiales baratos para la producción de botellas y bolsas de plástico.

Los precios del gas natural, que se puede usar para fabricar una ingente cantidad de productos, entre ellos, neumáticos, moquetas, anticongelante, lubricantes, tela y muchos tipos de plásticos, se han desplomado, lo que empieza a atraer a industrias clave al país. Hace tan solo cinco años los precios del gas natural eran tan elevados que algunos fabricantes de productos químicos cerraron sus fábricas en Estados Unidos. Ahora, la posibilidad de acceder al gas natural encerrado en las formaciones de esquisto usando tecnologías como la fractura hidráulica y el perforado horizontal ha conducido a un aumento de las reservas de gas natural, lo que a su vez ha bajado su precio en Estados Unidos hasta quedar en una fracción del precio en otros países.

A lo largo de los últimos 18 meses, el gas barato en Estados Unidos han propiciado planes para la construcción de nuevas plantas químicas para la producción de etileno, amoniaco para fertilizantes y combustibles diésel. Dow Chemical, por ejemplo, piensa gastar 4.000 millones de dólares (unos 3.000 millones de euros) en ampliar su producción de químicos en Estados Unidos, incluyendo una nueva planta cuya inauguración está prevista para 2017 en Freeport, Texas. La planta fabricará etileno partiendo del etano que se encuentra en numerosas fuentes de gas natural. La última planta de este tipo se construyó en Estados Unidos en 2001.

El impacto de este resurgimiento se está dejando notar con más intensidad en el mercado del etileno, el producto químico más producido en el mundo en términos de volumen, que sirve de base para muchas otras industrias y cuyo mercado mueve 148.000 millones de dólares anuales (unos 112.000 millones de euros). El etileno se usa para fabricar botellas, juguetes, ropa, ventanas, tuberías, moquetas, neumáticos y muchos otros productos. Como resulta caro transportarlo largas distancias, las nuevas plantas de etileno suelen estar integradas en fábricas para convertirlo en polietileno para las bolsas de plástico o etilenglicol para los anticongelantes.

En la actualidad, en Estados Unidos cuesta 300 dólares fabricar una tonelada de etileno (unos 228 euros), un descenso importante de precio respecto a los 1.000 dólares (760 euros) que costaba fabricarla hace unos pocos años. Según un análisis llevado a cabo por PricewaterhouseCoopers, en la actualidad cuesta 1.717 dólares (unos 1.300 euros) fabricar esa misma tonelada en Asia, donde las plantas dependen del petróleo y sus elevados precios en vez de del gas natural, y cuesta 455 dólares (unos 345 euros) fabricar una tonelada de etileno en Arabia Saudí, usando una combinación de etano y butano. También se están construyendo plantas de etileno en Qatar, que al igual que Estados Unidos cuenta con gas natural muy barato.

A lo largo de los dos últimos años, los fabricantes han anunciado planes para sumar 10 millones de toneladas métricas a la capacidad de producción de etileno de Estados Unidos para 2019. Esos planes representan un aumento del 10 por ciento en la producción global de etileno y la mitad de las expansiones planeadas por la industria en todo el mundo.

El impacto del gas natural barato en la fabricación podría ir más allá de la producción de distintos químicos. Usar el gas natural como fuente de energía, en vez de cómo materia prima química, podría reducir significativamente los costes de los fabricantes que usan grandes cantidades de energía, como las fábricas de acero. Además, la industria del acero ya se encuentra en auge por otro motivo relacionado con el gas natural: proveer de tuberías a los productores de gas. Adicionalmente, la existencia de gas natural barato está promoviendo un cambio en el tipo de combustible que se usa para el transporte por carretera. Se está pasando de los combustibles provenientes del petróleo a camiones que consumen gas natural directamente. Con el tiempo, incluso los camiones diésel podrían acabar usando combustible proveniente del gas. La empresa sudafricana Sasol planea construir en Louisiana (EE.UU.) una inmensa planta que costará 14.000 millones de dólares (unos 10.600 millones de euros), dedicada en parte a convertir el gas natural en diésel, lo que podría acabar por abaratar también el coste del combustible para los vehículos convencionales.

En términos generales, productos químicos más baratos, acero más barato y transporte más barato podrían hacer de Estados Unidos un lugar mucho más atractivo para una amplia gama de industrias.

Michael Levi, miembro sénior del Consejo de Relaciones Internacionales, afirma que la energía no supone más del 5 por ciento del coste en la mayoría de las industrias, lo cual no representa lo suficiente como para que el precio sea decisivo en la mayoría de los casos a la hora de que las empresas decidan dónde establecer sus fábricas. Y afirma que el mayor efecto de una fuente de energía barata podría ser dar a las fábricas ya existentes en Estados Unidos un nuevo motivo para no cerrar o trasladar su producción al extranjero. “El gas natural barato quizá sirva más para mantener abiertas las fabricas ya existentes que para conseguir que la gente construya nuevas fábricas”, sostiene Levi.

Lo que no está claro es cuánto tiempo seguirá siendo barato el gas natural estadounidense. Para que las inversiones de capital se amorticen, según los analistas, los precios del petróleo tienen que seguir siendo altos y los del gas bajos durante muchos años. Eso significa que los fabricantes de productos químicos aún están a tiempo de cambiar de planes. Sasol, por ejemplo, reevaluará las cifras para la planta que tiene planteada para la conversión del gas natural en diésel en 2014 antes de colocar la primera piedra.
Fuente: MIT

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