Visita coreana al astillero de Puerto Real por los petroleros
La oferta presentada por Navantia para fabricar tres petroleros sigue en pie y va por buen camino. Una delegación del astillero coreano de Daewoo visitó la planta de Puerto Real hace quince días para comprobar 'in situ' las prestaciones que ofrece la factoría gaditana. La impresión que se llevaron fue muy buena y repiten.
Los técnicos asiáticos vuelven esta semana a la Bahía de Cádiz para evaluar con los ingenieros de Navantia los pros y contras de este contrato de construcción naval en el que participarán, con toda probabilidad, de forma conjunta ambas empresas.
El pasado febrero, Navantia firmó una alianza estratégica con este astillero coreano para acceder al mercado de los grandes petroleros. La compañía española abandonó este tipo de construcción, que tantos éxitos le dio, en la década de los noventa para centrarse en el desarrollo de lo barcos militares.
Los astilleros españoles aparcaron el desarrollo tecnológico en materia de petroleros y gaseros obligados, en cierto modo, por el veto europeo a la construcción civil. La sanción comunitaria terminó pasando factura y el terreno que abonó Navantia en los tiempos de Bazán e Izar fue copado por China y Corea, que se han encargado en los últimos veinte años de desarrollar tecnología punta para la construcción de barcos destinados al transporte de gas y crudo.
El futuro de Navantia, después de tres años de sequía absoluta como consecuencia de los efectos de la crisis y de los recortes en el sector militar, pasa inexorablemente por la diversificación de su oferta. Se ha optado entonces por volver a sus orígenes civiles tras superar el veto civil impuesto por el gobierno de Bruselas. Sin embargo, la única forma de meter la cabeza en los grandes contratos de construcción civil ha obligado a aliarse con su peor enemigo: los astilleros asiáticos. Desde luego, la unión hace la fuerza.
Esta alianza permitirá a Navantia optar a la construcción de tres barcos petroleros. El pasado marzo se desveló el origen del contrato. La constructora naval selló en Madrid con el armador Ondimar Transportes Marítimos (LDA), sociedad naviera del grupo vasco Ibaizabal, un principio de acuerdo o Carta de Intenciones para sacar adelante la construcción de tres barcos petroleros de la serie Suezmax, es decir, buques especiales para cruzar el Canal de Suez, de ahí su denominación. Se trata de barcos tanqueros para el transporte de crudo con una envergadura muy específica.
El nombre del cliente que está detrás de esta operación no ha trascendido, aunque todo apunta a que se trata de Repsol, que ya anunció hace un año la necesidad de contar con una nueva flota para el transporte de crudo. Lo que significa que la compañía petrolífera española habría delegado en el Grupo Ibaizabal el concurso de construcción de los buques y su posterior alquiler. Es una operación similar a la que hizo en 2013 Gas Natural con los armadores Knutsen y Elcano para sacar adelante la construcción de cuatro gaseros. Ambos armadores dieron este contrato a los astilleros asiáticos.
El próximo junio se sabrá si el Grupo Ibaizabal adjudica a Navantia la construcción de los tres petroleros con la participación del astillero coreano. Los asiáticos aportarían los bienes de equipo, mientras que Navantia, las plantas y la mano de obra. El encargo supondría cuatro años de carga de trabajo.
Los técnicos asiáticos vuelven esta semana a la Bahía de Cádiz para evaluar con los ingenieros de Navantia los pros y contras de este contrato de construcción naval en el que participarán, con toda probabilidad, de forma conjunta ambas empresas.
El pasado febrero, Navantia firmó una alianza estratégica con este astillero coreano para acceder al mercado de los grandes petroleros. La compañía española abandonó este tipo de construcción, que tantos éxitos le dio, en la década de los noventa para centrarse en el desarrollo de lo barcos militares.
Los astilleros españoles aparcaron el desarrollo tecnológico en materia de petroleros y gaseros obligados, en cierto modo, por el veto europeo a la construcción civil. La sanción comunitaria terminó pasando factura y el terreno que abonó Navantia en los tiempos de Bazán e Izar fue copado por China y Corea, que se han encargado en los últimos veinte años de desarrollar tecnología punta para la construcción de barcos destinados al transporte de gas y crudo.
El futuro de Navantia, después de tres años de sequía absoluta como consecuencia de los efectos de la crisis y de los recortes en el sector militar, pasa inexorablemente por la diversificación de su oferta. Se ha optado entonces por volver a sus orígenes civiles tras superar el veto civil impuesto por el gobierno de Bruselas. Sin embargo, la única forma de meter la cabeza en los grandes contratos de construcción civil ha obligado a aliarse con su peor enemigo: los astilleros asiáticos. Desde luego, la unión hace la fuerza.
Esta alianza permitirá a Navantia optar a la construcción de tres barcos petroleros. El pasado marzo se desveló el origen del contrato. La constructora naval selló en Madrid con el armador Ondimar Transportes Marítimos (LDA), sociedad naviera del grupo vasco Ibaizabal, un principio de acuerdo o Carta de Intenciones para sacar adelante la construcción de tres barcos petroleros de la serie Suezmax, es decir, buques especiales para cruzar el Canal de Suez, de ahí su denominación. Se trata de barcos tanqueros para el transporte de crudo con una envergadura muy específica.
El nombre del cliente que está detrás de esta operación no ha trascendido, aunque todo apunta a que se trata de Repsol, que ya anunció hace un año la necesidad de contar con una nueva flota para el transporte de crudo. Lo que significa que la compañía petrolífera española habría delegado en el Grupo Ibaizabal el concurso de construcción de los buques y su posterior alquiler. Es una operación similar a la que hizo en 2013 Gas Natural con los armadores Knutsen y Elcano para sacar adelante la construcción de cuatro gaseros. Ambos armadores dieron este contrato a los astilleros asiáticos.
El próximo junio se sabrá si el Grupo Ibaizabal adjudica a Navantia la construcción de los tres petroleros con la participación del astillero coreano. Los asiáticos aportarían los bienes de equipo, mientras que Navantia, las plantas y la mano de obra. El encargo supondría cuatro años de carga de trabajo.
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