miércoles, 13 de julio de 2011

Mejorando la oferta turística de la ciudad...


Miranda presume de arquitectura
Una visita guiada permite conocer algunos edificios singulares como el que alberga las oficinas de la Seguridad Social y Hacienda

No es fácil en el día a día apreciar la belleza o singularidad de los edificios por los que a diario se pasa. No obstante, Miranda tiene varios ejemplos ante los que merece la pena detenerse. Unos son joyas de hace siglos, como iglesias, casas palacio o edificios públicos. Otras son más recientes, fruto de los años de expansión de la ciudad, inmuebles surgidos del crecimiento de la ciudad y de la bonanza económica. Y también los hay contemporáneos, referentes estéticos para Miranda.

Y de muchos de ellos se habla en Miranda estos días dentro de un curso de la Universidad de Burgos sobre arquitectura mirandesa, que ayer permitió hacer un recorrido para conocer algunos de ellos. «Por lo general se desconoce bastante la arquitectura mirandesa y el valor y calidad de algunos edificios, y así es muy difícil que se puedan apreciar, valorar y conservar, porque no se conocen; uno de nuestros objetivos es que se conozca de otra manera la ciudad y su edificios como una manera de acercarse y tomar conciencia de que tienen mucho valor», explicaba Miriam Barrós, arquitecta municipal y codirectora del curso.

La visita permitió ver en detalle uno de los edificios más recientes y modernos de la ciudad, como el que alberga las oficinas de la Seguridad Social y Hacienda, en la calle Concepción Arenal. Un inmueble de estética atractiva y muy espacioso que tuvo que adaptarse a una parcela de perímetro irregular mediante dos volúmenes asimétricos unidos por pasillos transversales. Además el edificio es automático, no tiene apenas interruptores ya que todo se controla desde un ordenador; como las luces y la calefacción, lo que hace de éste un edificio probablemente único en la ciudad.

Precisamente los arquitectos directores del curso ponían en gran valor la presencia de este tipo de edificios modernos en la ciudad, dando a la arquitectura también el valor de influir en el porvenir de Miranda. «Estos edificios influyen muy positivamente como elementos dinamizadores de una ciudad, seguramente este curso, si lo hiciésemos dentro de muchos años, edificios como la estación de autobuses, el centro cívico, el hangar de arte joven o este mismo de la Seguridad Social… seguramente estén catalogados, o deberían estarlo», decía Barrós.

Para José Ignacio Vegas, codirector del curso y también arquitecto municipal, estos edificios nuevos generan «un efecto contagio» ya que «cuando se ve un edificio interesante, bien construido, con fachadas atractivas, anima que el que hace otro se esmere más», decía. Al hilo, Barrós reconocía la necesidad de proteger más edificios, ya que hay ejemplos como la Casa del Indiano o edificios industriales «que de no protegerlos van a deteriorarse y desaparecer con mucha más facilidad».

En la charla Vegas defendía la importancia de combinar estética con funcionalidad y recordaba una máxima de Vitrubio: «Decía que la buena arquitectura es un equilibrio entre utilitas, firmitas y venustas; que sería funcionalidad, que el edificio constructivamente se sujete y la belleza; no está reñido, precisamente el edificio bueno de calidad es que tiene el equilibrio de estas tres virtudes».

En la ruta de ayer también se visitaron los edificios de la Calle Francisco Cantera 1, y Parque Antonio Machado 2, como ejemplos de la rica arquitectura modernista que conserva Miranda, con muestras destacadas a lo largo de los primeros años del siglo XX. «Hay dos ejes, la calle de La Estación hasta el Casco Antiguo, y la calle Vitoria, donde nacen los primeros hotelitos y los primeros edificios de la burguesía; eran edificios de calidad, porque eran construidos por gente que tenía medios, y ya el ensanche se fue construyendo más para gente obrera», decía Vegas.
Son la punta del iceberg de una arquitectura mirandesa que está todavía muy pendiente de ser descubierta por los propios mirandeses, para con ello, empezar a valorarla, y lo que es más importante, conservarla.
Fuente: Diario de Burgos

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