Japón revoluciona el mercado mundial de gas natural licuado
El mercado global de gas natural está siendo transformado por Japón,
que optó por depender menos de la energía nuclear luego del terremoto
del año pasado.
Japón produce menos de 4% del gas que consume y debe importar el resto por barco, un proceso complicado y costoso.
En Canadá y Estados Unidos surgen los primeros indicios de proyectos
destinados a vender el gas natural recién descubierto a Japón y otras
partes de Asia.
A mediados de enero, en Australia, la japonesa Index Corp. y la
francesa Total SA dieron luz verde a un plan de US$34.000 millones para
desarrollar uno de los mayores yacimientos ultramarinos del mundo.
Empresas japonesas están comprando los derechos de gas natural en
Mozambique con miras a exportarlo a Japón.
"El ambiente que rodea al sector de la energía ha cambiado de manera
drástica desde el 11 de marzo", afirma Tsuyoshi Okamoto, presidente de
Tokyo Gas Co., la mayor empresa japonesa de servicios de gas.
Esa fue la fecha en que la planta nuclear de Fukushima Daiichi fue
severamente dañada por el terremoto y el tsunami que azotaron el país,
dando lugar a la fusión accidental del núcleo del reactor y explosiones.
Desde entonces, otros reactores en todo Japón que cerraron para dar
lugar a inspecciones no han reanudado su actividad.
Japón tiene ahora sólo tres de sus 54 reactores nucleares en operación. El último debe cerrar sus puertas en abril o mayo.
El gobierno no ha fijado un plazo para el reinicio de las
operaciones. El ministro de Industria de Japón dice que la gente debe
estar preparada para un verano sin energía nuclear, un cambio
prácticamente sin precedentes entre las naciones desarrolladas en
tiempos de paz. Hasta 2010, los reactores nucleares suministraban 30% de
la electricidad de Japón.
Las eléctricas japonesas aumentaron las importaciones de gas natural
en unos US$7.500 millones en los últimos tres trimestres de 2011. Tales
importaciones, junto con los cierres de industrias derivados del
terremoto, provocaron el primer déficit comercial de Japón en más de
tres décadas.
El lunes, las empresas de servicios públicos de Japón informaron que
recibieron 5,19 millones de toneladas de gas natural licuado en enero,
un alza interanual de 39%.
El caso de Japón no es aislado. Países de Europa y Asia buscan
ampliar sus importaciones de gas, en algunos casos debido a un
distanciamiento de la energía nuclear.
Alemania, que prometió cerrar sus plantas nucleares para 2022, inauguró en noviembre un gasoducto proveniente de Rusia.
En Gran Bretaña, donde los planes de expansión nuclear han perdido
bríos después del accidente de Fukushima, BG Group PLC firmó un contrato
para importar gas natural de EE.UU. y las compañías buscan nuevos
suministros.
La creciente demanda de gas natural en el mundo coincide con una
transformación del mercado estadounidense para el combustible, gracias
al desbloqueo del gas en formaciones de esquisto. El gobierno espera que
EE.UU. se convierta en los próximos años en un exportador neto de gas.
Los exportadores pueden beneficiarse de una enorme diferencia de
precios. En EE.UU., el gas natural cuesta alrededor de US$2,5 por millón
de unidades térmicas británicas (BTU), mientras que el precio en Japón
es de unos US$16 por la misma cantidad.
Pero exportar gas natural no es un proceso barato. Las empresas deben
enfriar el combustible y licuarlo, para luego transportarlo en buques
petroleros a través del océano. Una vez en su destino se reconvierte a
gas natural.
Antes del terremoto, Japón ya era el mayor importador de gas natural licuado del mundo.
Malasia, Qatar y Australia se encontraban entre sus mayores proveedores.
En 2011, sus importaciones aumentaron 12%, a 78,5 millones de
toneladas, según cifras oficiales. Este año podría registrarse otro
aumento de dos dígitos, según las previsiones de la consultora Eurasia
Group.
Aunque se trata de un combustible fósil que contribuye al efecto
invernadero, los usuarios japoneses consideran que el gas natural es más
limpio que el carbón, más barato que el petróleo y más fácil de obtener
que la energía solar o eólica.
Las decisiones de Japón tendrán seguramente repercusiones geopolíticas.
Las relaciones con Corea del Sur, por ejemplo, se han entibiado, en
parte debido a que los países comparten el interés en la búsqueda de
precios más bajos de gas natural licuado.
Los actuales proveedores de Japón, en especial Qatar y Australia,
pueden entregar más gas natural, pero acuerdos de larga data han llevado
a que Japón pague un precio vinculado al del petróleo, que en el último
tiempo se ha disparado.
Ahora, el declive de la energía nuclear ha planteado la urgencia de encontrar un combustible más barato.
Fuente: Wall Street Journal
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