Ofensiva sobre YPF que no descarta renacionalizar
El Gobierno busca capear la crisis petrolera, acentuada por la dependencia externa de hidrocarburos. Pero se suma, además, la fuerte interna de poder entre De Vido y Moreno.
Cristina Kirchner aprovechó un breve dialogo y, en privado, le dijo
sin dudar al Principe Felipe de España: “quiero expresarle mi desagrado y
preocupación por el comportamiento de Repsol en YPF”. Fue en diciembre,
en medio del protocolo de la reasunción y después de que la Presidenta
tuviera un informe lapidario de Guillermo Moreno sobre los efectos de la política petrolera
que llevó adelante su propio gobierno: caída en la producción, fuerte
reducción en las reservas y creciente gastos de dólares para importar y
sostener la ecuación energética.
Exactamente aquello que los ocho
ex-secretarios de Energía, venían advirtiendo desde años, y que solo
generaban declaraciones despectivas de la Casa Rosada. Una situación que
tiene costo concreto: 10.000 millones de dólares para comprar combustibles
. Ya habían sucedido dos tensas conversaciones secretas entre el propio
Moreno, el ministro Julio de Vido y el titular de YPF, el empresario
Sebastián Eskenazi. El jefe de Planificación en forma más tranquila, y
Moreno utilizando su grosero lenguaje, le exigieron a Eskenazi que la petrolera no remitiera utilidades a Madrid y que destinara ese dinero a aumentar las inversiones.
Fue en medio de la corrida cambiaria de noviembre, pero Eskenazi no
atendió los pedidos: “es imposible, porque lo que hacemos forma parte de
un acuerdo de compra que auspició y avaló Néstor Kichrner”. Y agregó:
“las utilidades ya fueron giradas en anticipos y los cambios sólo los
puede decidir el accionista mayoritario”. Roberto Baratta, unos días
después, como director del Estado, desaprobó el giro de fondos a España.
Así es la trama secreta del comienzo de la crisis petrolera, que pudo reconstruir Clarín
con tres fuentes calificadas y que generó un terremoto en todo el
sector petrolero. Hombres de negocios como Carlos Bulgheroni, Oscar
Ormachea, Hugo Sigman y Marcelo Mindlin desconocen como afectará a sus
empresas el conflicto con YPF. Antoni Brufau -por lo pronto- volvió el
miércoles a Madrid con las manos vacías y lleno de amenazas de estatización.
Lo
único que le quedó claro es que no existe una posición única en el
gobierno y que hay una feroz interna de poder entre De Vido y Moreno.
Estas posiciones son: -Moreno encarna la posición más dura y apoyado por
La Cámpora -trabaja con él, Axel Kiciloff- sostiene que si Repsol no
acepta la postura de la Casa Rosada, hay que llevar adelante una
política de hostigamiento a la firma, hasta devaluar su precio a solo
10.000 millones de dólares y comprarla en cuotas por el Estado.
Esta
facción encargó y pidió ayer la difusión del informe del Barclays
Capital, que argumentó que Argentina tiene los dólares para comprar la
petrolera. Una contradicción con el torniquete que aplica la AFIP, pero
que obedece a los jugosos contratos del Barclays con el equipo económico.
-Julio
de Vido tiene una posición negociadora y le sugirió a Brufau una
estrategia de endeudamiento para cumplir con las exigencias y evitar la
crisis. No descarta una nacionalización parcial con la intervención de
Enarsa en un 25 % del paquete accionario, y abrir la compañía a PDVSA.
Pero
en la puja entre ambos, Moreno negocia un acuerdo con Angola para
desplazar a Venezuela como proveedor de combustible. En la hermética
reunión del lunes en el palacio de Hacienda hubo un único pedido
político de Brufau a lo ministros: reducir los niveles de confrontación para permitir durante la tregua elaborar en Madrid una propuesta que acerque posiciones y, a la vez, que no se deteriore aún más la acción de Repsol-YPF.
Pero
la tregua duró solo 24 horas. Ayer los gobernadores -por pedido de
Olivos- salieron con los tapones de punta. Rafael Estrella, el embajador
de España en Buenos Aires, fracasó en su intento de armar una cumbre entre Brufau y la Presidenta.
Tampoco pudo lograrlo Sebastián Eskenazi, a quien el gobierno le quitó la interlocución oficial con YPF.
Bloqueado
el diálogo con Cristina Kirchner, el último fin de semana Brufau habló
con De Vido y acordaron hacer una reunión con Amado Boudou y Guillermo
Moreno. Pero el encuentro fracasó y derivó en el conclave del lunes de
Vido y Hernán Lorenzino. Boudou no fue autorizado a participar por la
Presidenta y Moreno decidió no avalar la negociación del ministro de Planificación.
La
noticia provocó fastidio en el petrolero catalán y motivó un comentario
despectivo de Brufau hacia el poder e influencia de Lorenzino. Así lo
dijo: “para qué vamos a hablar con el señor Ministro Pintado”.
Fue
en la intimidad de las reuniones de trabajo del último fin de semana en
la sede de YPF. Piloteó los encuentros con su mano derecha el
financista Miguel Martinez. Ambos fueron los únicos que concurrieron al
Palacio de Hacienda y recibieron la réplica de un molesto Lorenzino: “Por fin conozco la cara del colonizador”.
El
encuentro fue frontal y lleno de reproches mutuos. Nadie varió la
posición de fondo y el titular de Repsol recitó argumentos similares a
los que en noviembre expuso Eskenazi. Habló del acuerdo con Néstor
Kirchner y advirtió que para sostener el valor de las acciones de
Repsol, es clave capitalizar las ganancias de YPF.
Pero después
-por sugerencia previa de Eskenazi- se mostró más contemplativo y
solicitó la tregua de dos semanas para elaborar una propuesta que
acerque las posiciones. De Vido se mostró increduló y sugirió otra
salida: que YPF se endeude en 4.000 millones de dólares, para cumplir con las exigencias de Argentina.
Una
crisis fruto de la política de la sabana corta : se cambió el
autoabastecimiento, por la dependencia externa de hidrocarburos.
Fuente: Clarin
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