Las dársenas y las empresas de reparación de yates convertirán Barcelona en un polo náutico internacional
Las obras para construir un nueva marina en la Nova Bocana saldrán a concurso en unas semanas
El puerto urbano de Barcelona ha cambiado mucho en estos últimos 20 años. Se ha abierto por completo a la ciudad y acoge nuevos usos comerciales y turísticos. Pero no es suficiente. Los responsables consideran que ha llegado el momento de ir más allá. Buscar nuevos ámbitos de negocio que sean compatibles con la creciente actividad lúdica y de ocio que ha convertido esta infraestructura en un distrito más de la ciudad. Donde la gente puede comprar, pasear, practicar deporte, dormir en barcos y hoteles o comer en sus restaurantes...
La filosofía de la futura renovación de la zona portuaria pasa por convertir Barcelona en un clúster náutico internacional. No sólo a través de los amarres para embarcaciones grandes y medianas que se están proyectando en el Port Vell o en la Nova Bocana, sino también mediante las grandes regatas que acoge la ciudad, la innovación y formación universitaria o el impulso económico de las empresas de reparación y mantenimiento de este tipo de embarcaciones. Un mercado en el que Barcelona tienen mucho que decir. La empresa Marina 92 es líder mundial en el sector de la reparación de yates.
Por lo pronto, en las próximas semanas está previsto que salga a concurso las obras de construcción de una nueva dársena para embarcaciones medianas en la Nova Bocana. Es la pieza que falta para completar este ámbito que tiene como pieza estrella el hotel W. Tendrá un centenar de amarres para embarcaciones de recreo, una parte de las cuales grandes yates de hasta 70 metros de eslora, además de reservar un espacio para más de 200 embarcaciones en una marina seca. Todo ello rodeado por equipamientos, zonas verdes en una operación urbanística que prolongará el paseo Joan de Borbó hasta el mar. El proyecto plantea la demolición de una antigua edificación industrial para abrir la visión de los nuevos espacios públicos, entre ellos una gran plaza, que se ofrecerán a la ciudad.
En paralelo, esta semana se acabó el plazo de exposición pública de la controvertida reforma del Port Vell en una marina para grandes yates. El nuevo proyecto en el que el grupo británico Salamanca Investments tiene previsto invertir 30 millones de euros ha sufrido algunas modificaciones fruto de la oposición vecinal que han ejercido las entidades de la Barceloneta. Una vez supere este último trámite en la Autoritat Portuària, el plan especial para este ámbito del puerto deberá pasar por el pleno municipal para ser debatido. Así las cosas, la nueva marina tendrá 167 amarres, 17 más de las previstas inicialmente. También se han reducido y dejado a la mínima expresión los edificios que deben albergar los servicios para las tripulaciones que se encuentren de paso en Barcelona. Son dos construcciones donde se ubicará la recepción y vestuarios y el club de los tripulantes. Se trata de construcciones de baja altura de una o dos plantas. La piel de la fachada estará perforada para aportar una apariencia de ligereza.
El perímetro estará rodeado por una valla muy similar a la actual y se ha eliminado la posibilidad de instalar un perímetro de cristal que disgustaba a los vecinos, ya que aumentaba la sensación de privatización del recinto. Según el proyecto que hasta esta semana estuvo en exposición pública, "la intención es conseguir una perfecta integración paisajística de los nuevos edificios y del espacio público de la Marina, en el entorno en el que se ubican".
El gerente de Port 2000, Adolf Romagosa, explica que todos estos proyectos deben llevarse a cabo desde la cohesión social y el diálogo con los vecinos de la Barceloneta. En este sentido sostiene que la intención es convertir la Marina del Port Vell en un emplazamiento de referencia a nivel mundial que la permitan competir con otros puertos del Mediterráneo. Al mismo tiempo, Barcelona debe servir como potenciador de la actividad náutica en otros puertos deportivos, como son los de Vilanova, Badalona y Mataró. "Si se consigue impulsar el puerto barcelonés, todas estas poblaciones verán incrementada la llegada de yates porque la marca Barcelona vende. Será como una mancha que se extienda por el litoral catalán", sostiene.
Otro de los motores de este polo serán las empresas de reparación y mantenimiento de grandes yates. En este ámbito destacan, Marina 92 y North Wind. La primera invertirá a lo largo de este año y el que viene 30 millones de euros en la ampliación de sus instalaciones. Esta compañía factura al año 40 millones de euros y ofrece 82 puestos de trabajo directos y 460 profesionales subcontratados. En este punto el adjunto a la dirección del Port de Barcelona, Joan Colldecarrera, refiere que a Barcelona llegan yates de todo el mundo para ser reparados o remodelados por completo. Como ejemplo, el caso del magnate ruso Roman Abramovich, presidente del Chelsea, que lleva meses renovando en Barcelona su yate. De hecho, según el estudio de impacto económico que acompaña al proyecto de la nueva marina del Port Vell este tipo de embarcaciones pasan once semanas amarrados en las dársenas para efectuar trabajos de reparación.
El puerto quiere potenciar esta industria relacionada sobre todo con las grandes embarcaciones, y con la vista puesta en este sector quiere incidir en la formación de profesionales que puedan trabajar en estas empresas. Se hará a través de la facultad de Náutica de la Universitat Politècnica de Catalunya y el Consorci El Far. "Estas compañías ofrecen puestos de trabajo especializados y a través de la formación especializada en este ámbito, muchos jóvenes podrían encontrar empleo", sostiene Romagosa.
Otro de los puntos fuertes del futuro clúster, es la divulgación de la náutica y la creación de nuevos itinerarios en el puerto que permitan descongestionar otras áreas de la ciudad. Colldecarrera recuerda que el Maremágnum recibe 13 millones de visitantes al año y juega un papel fundamental para el sector turístico de la ciudad. La remodelación del muelle de Pescadors jugará pronto un papel fundamental en la creación de rutas turísticas por el puerto.
En estos momentos, según explica a La Vanguardia el adjunto a la presidencia del Puerto de Barcelona, las obras de construcción de la nueva fábrica de hielo podrían empezar a principios de año. En este sentido, se prevén dos años de obras en este muelle para concentrar la actividad pesquera y dotar a este colectivo de nuevos servicios, ya que los actuales estaban muy degradados. El proceso de transformación de este ámbito ha sufrido numerosos retrasos a consecuencia de los históricos desencuentros entre los responsables de la Autoritat Portuària y los pescadores. El acuerdo se firmó finalmente en 2007 tras años de negociaciones.
Los trabajos en este ámbito necesitarán una inversión de 10,5 millones de euros y comportarán la rehabilitación de la Torre del Rellotge, una antigua linterna de 1772, reconvertida en reloj a principios del siglo XX y que con los años se ha erigido en un símbolo para los pescadores.
La actuación urbanística permitirá conservar el edificio de la Cofradía de Pescadors, edificar una nueva lonja y la fábrica de hielo, lo que comportará la demolición de los edificios que actualmente acogen estas actividades. El proyecto, a cargo de los arquitectos Carlos Ferrater y Jesús Coll, prevé que las subastas de pescado sean abiertas al público, además de un restaurante al lado de la lonja. Las embarcaciones pesqueras se concentrarán en el muelle de Balears y en la dársena de la Indústria, para que parte del muelle de Pescadors sea ocupado por grandes yates.
Fuente: La Vanguardia
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