Senegal recuerda a las víctimas del "Titanic" de África diez años después
Senegal conmemora mañana el décimo aniversario del hundimiento del buque "Le Joola", en el que murieron 1.863 personas (más que en el naufragio del legendario "Titanic"), mientras los familiares de las víctimas aún reclaman justicia.
"Para nosotros sigue aún vivo el dolor causado por la muerte de los nuestros, a lo que se suma un sentimiento de profunda frustración por el trato que las autoridades han dado al caso", confiesa a Efe Idrissa Diallo, presidente de una de las asociaciones de familias de las víctimas.
La tragedia, que conmocionó a la sociedad senegalesa, se convirtió en el segundo mayor desastre marítimo civil de la historia, después del siniestro del "MV Doña Paz", que se fue a pique en 1987 en Filipinas y causó unos 4.000 muertos.
El coste de vidas humanas del buque senegalés superó con creces al del mismísimo "Titanic", la tercera peor catástrofe marítima civil, cuyo naufragio en 1912 condujo a la muerte de algo más de 1.500 personas.
Una serie de servicios religiosos en iglesias y mezquitas, reuniones cívicas y recitales de poemas en lugares públicos, actividades culturales y deportivas, están previstos en Senegal para recordar la tragedia.
Asimismo, familiares de las víctimas han organizado visitas a los cementerios de Dakar y de las localidades senegalesas de Zinguichor y Kafountine, así como de Banjul (capital de Gambia), donde están sepultados los muertos del naufragio.
"Le Joola", de propiedad estatal, hacía la ruta entre Dakar y Ziguinchor, capital de la región de Casamance (sur de Senegal), y se hundió por una tormenta en la noche del 26 de septiembre de 2002 frente a la costa de Gambia, país enclavado en territorio senegalés.
Entre los casi 2.000 pasajeros de unos once países que viajaban en el barco, había 400 estudiantes que volvían a Dakar tras sus vacaciones, y decenas de turistas europeos, incluidos varios españoles, pero sólo lograron salvar la vida 64 personas.
"Diez años después, las víctimas permanecen atrapadas en el casco del buque, pues el Gobierno se niega a reflotar el barco para que podamos recuperar los cadáveres y darles sepultura", lamenta Diallo, que perdió tres hijos -de 15, 13 y 8 años- en el desastre.
Tras una operación de rescate que duró varios días, las autoridades senegalesas -que no llegaron al lugar del siniestro hasta el día siguiente- consiguieron recuperar unos 600 cadáveres, de los que sólo se pudo identificar a casi un centenar.
"Las operaciones de rescate de los servicios oficiales fueron tardías, mal organizadas y peor coordinadas, dado que la alerta se dio con un retraso de varias horas", dice a Efe Nassardine Haidara, que perdió cuatro hijos, de entre 13 y 18 años, en el desastre.
Una investigación oficial llegó a la conclusión de que, pese al fuerte oleaje, el accidente había sido producto de la "negligencia y numerosos errores humanos", pues el buque únicamente tenía capacidad para unos 550 pasajeros.
Además, el barco, fabricado en Alemania y adquirido en 1990, había reanudado sus operaciones sólo tres semanas antes del naufragio tras una revisión de sus motores.
Los investigadores concluyeron, en fin, que "Le Joola" no cumplía las normas de seguridad en materia de navegabilidad y, por consiguiente, no debería haber estado operativo.
La comisión de investigación llegó a acusar de negligencia a la marina mercante, a la Armada y a la Fuerza Aérea senegalesas.
Los ministros de Infraestructuras del Estado y de Defensa, a cargo de la gestión técnica y administrativa del buque, dimitieron como consecuencia de la presión popular, que exigía sanciones contra los responsables en manifestaciones por las calles de Dakar.
El jefe de la Armada fue destituido y varios altos cargos del Ejército, incluido el jefe del Estado mayor, siguieron sus pasos.
Sin embargo, no se aplicó sanción judicial o administrativa contra los responsables, debido a que el Procurador General de la Nación decidió dar carpetazo al caso tras señalar que el causante principal, el capitán del barco, también murió en el siniestro.
Pero los familiares de las víctimas no olvidan: "sólo la fe en Dios nos permite superar el dolor causado por la tragedia", comenta Haidara, autor de un libro titulado "A las víctimas del naufragio del buque Le Joola, el homenaje de un padre", publicado en 2003.
"No obstante -recalca-, seguimos exigiendo a los nuevos dirigentes del país el juicio del caso, así como el reflote del transbordador y la construcción de un mausoleo conmemorativo".
Ante la pasiva Justicia senegalesa, parientes de una veintena de víctimas francesas presentaron una demanda ante los tribunales de su país, aunque no se ha fijado fecha para el juicio, en el que podrían ser procesados siete responsables civiles y militares senegaleses.
El presidente de Senegal durante la tragedia, Abdoulaye Wade, admitió la responsabilidad del Estado en el suceso y ofreció una indemnización equivalente a unos 15.000 euros por cada víctima.
Pero la oferta fue rechazada por el 20 por ciento de los familiares, que creen que la vida de los suyos no tiene precio.