miércoles, 16 de abril de 2014

No hay mal que por bien no venga...

La crisis rusa da vida a las regasificadoras
El apoyo de Bruselas a los proyectos españoles de interconexión es clave para aumentar la actividad de las plantas y devuelve el optimismo sobre el futuro de la de Gijón
El sector gasista aspira a que sean el puente para llevar el gas licuado a Europa

Cuando el Ministerio de Industria autorizó a Enagás, allá por el mes de febrero de 2009, la construcción de la séptima regasificadora de España, la de Gijón, la segunda crisis ruso-ucraniana había puesto en jaque al viejo continente y varios países sufrían cortes de suministro de gas. Europa, muy dependiente del gas ruso -recibe de ese mercado un tercio del que consume-, no tardó en tomar medidas para garantizar la seguridad de su suministro tendiendo interconexiones entre los países y ampliando sus almacenamientos subterráneos para reducir su dependencia. La amplia red de regasificadoras con la que ya entonces contaba España, claves para el aprovisionamiento del gas licuado (GNL) para su reexportación, no sirvieron de nada, porque no se contaba con las interconexiones necesarias.

Desde hace semanas, una nueva crisis ruso-ucraniana vuelve a sacudir Europa y aunque, a corto plazo, «no hay ningún motivo para la preocupación porque la seguridad de suministro no está en riesgo», tal y como reconoció días atrás el comisario de energía, Günther Oettinger, esta vez, el consenso sobre la necesidad de configurar un nuevo mapa energético que diversifique fuentes y garantice el suministro es total en Europa. España, uno de los pocos países que no tiene a Rusia como suministrador, e inmersa en su propia recuperación económica, quiere sacar partido de la crisis, y su sector gasista ha empezado a tomar posiciones. Aspira a contribuir a la seguridad del suministro en Europa, convirtiendo a sus siete plantas regasificadoras en la pista de aterrizaje del GNL que tiene a Europa como destino. Una ambición que ha devuelto el optimismo sobre el papel que en un futuro próximo puede jugar la planta de Gijón que, pese a estar ya construida y lista para operar, no se ha puesto en marcha porque la demanda de gas está cubierta. Considera el sector que nuestro país cuenta con importantes fortalezas para convertirse en la nueva puerta del gas con Europa en detrimento de Rusia, al contar con un sistema de abastecimiento muy particular y beneficioso en el caso de que algún país exportador decida cerrar el grifo si se produce algún conflicto externo.

Por un lado, por su privilegiada situación geográfica, puente entre el viejo continente y los principales productores, entre ellos, Argelia. Por el otro, por sus regasificadoras, unidas a través de la red gasista, que suponen la mitad de las que existen en Europa y aportan una ventaja esencial porque posibilitan el aprovisionamiento de GNL para su reexportación a través de los dos gasoductos que conectan España con Argelia, uno directamente y otro, vía Marruecos.

En 2013, España recibió gas de once países. El principal proveedor fue Argelia, con un 51,6% del total de las importaciones, pero en la lista de países también se encuentran Qatar, Francia, Nigeria, Trinidad y Tobago y Perú. Destinos que evidencian que la alta capacidad y desarrollo de sus plantas regasificadoras le permitirían sortear cualquier imprevisto obteniendo gas licuado de cualquier país del mundo.

El hecho de que Bruselas haya asegurado que apoyará los proyectos españoles de interconexión pendientes, entre ellos, el gasoducto Midcat, que une España con Francia por Cataluña y se encuentra parado en Hostalric (Girona), a unos 70 kilómetros de la frontera, resulta fundamental para aumentar la capacidad de suministro a Europa. Dicha interconexión incrementaría la actividad de las plantas y haría necesaria la entrada en funcionamiento de la de Gijón.

De momento, la planta sigue a la espera de la decisión que adopte el Gobierno sobre su puesta en marcha. A finales de 2013, autorizó la construcción del gasoducto El Musel-Llanera, una obra estratégica que arrancará en las próximas semanas, de apenas 17 kilómetros, los que separan El Musel del punto de conexión con la red nacional, situado en Llanera, pero que resulta indispensable para poder activar en un futuro la regasificadora.

En la actualidad, España cuenta con una capacidad de conexión de gas con Europa de 5,2 bcm (mil millones de metros cúbicos al año), que en 2016 se incrementarán en otros 1,9 bcm gracias a la finalización del proyecto Irún-Biriatou. Con el Midcat, España podría suministrar hasta 15 bcm, lo que supone en torno al 10% del gas que en la actualidad Europa recibe de Rusia. Además, la conexión permitiría a España obtener ingresos adicionales por los peajes de tránsito. También la recarga de buque que se lleva a cabo en las plantas regasificadoras está contribuyendo a poner en valor estas instalaciones. En 2013, según los datos que maneja el gestor del sistema gasista, Enagás, se realizaron un total de 53 operaciones, un 40% más que en 2012.

Para España, coinciden los expertos, la nueva crisis ruso-ucraniana, es la oportunidad de reclamar su importante papel en el mapa geoestratégico europeo en cuatro ejes: Mediterráneo, Atlántico, este de Europa y Francia. Para conseguirlo, concluyen, «deberá buscar aliados». 

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