La sequía dificulta el transporte comercial en el río Misisipi
Cuando se trata de maniobrar un potente barco remolcador en un espacio tan pequeño como 1,2 metros de un agua llena de barro, es importante conocer el río Misisipi de manera tan íntima como lo hace Arthur Ward.
"Es un proceso lento", explica el capitán de 72 años del remolcador tricolor Ricky Robinson, mientras cambia delicadamente de vías unas barcazas utilitarias de carga verdes y marrones en el puerto de Memphis.
"Tienes que ir a mitad de velocidad", explica a la AFP desde el puente de mando de su barca con visión panorámica y aire acondicionado, "y tienes que permanecer en el centro (del canal) o de lo contrario se desprenderá el timón o agarrarás una cuerda".
La sequía que padece todo Estados Unidos ha visto al poderoso río Misisipi - una estratégica vía fluvial que recorre 4.070 kilómetros desde Minnesota hasta el Golfo de México- descender a sus niveles más bajos de los años recientes.
El problema es tan dramático que ni siquiera las fuertes lluvias dejadas a su paso por el huracán Isaac la semana pasada, que bajó a la categoría de tormenta tropical cuando alcanzó el norte del Golfo de México, modificarían la tendencia, según estimaciones oficiales.
"Podrían proporcionar un breve respiro (...) pero no estamos seguros de qué gran diferencia generarían", explicó a la AFP el viernes Donald Mayer, jefe de la sección de navegación del cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense en Memphis.
La situación actual del Misisipi supone un giro de 180 grados respecto a la del año pasado, cuando el exceso de lluvia en el corazón de Estados Unidos hizo aumentar el caudal del río, provocando uno de los peores desbordes en un siglo den el río más largo de Estados Unidos.
"Durante las inundaciones de 2011, el río tenía alrededor de 4,8 kilómetros de ancho", dijo Mark Manning, un operador de inspección de barcos del cuerpo de ingenieros del Ejército, que draga y mantiene el Misisipi para que esté operativo para el transporte.
"Ahora estamos (...) entre 450 y 600 metros" de ancho.
Con el río Misisipi cuatro metros por debajo de sus niveles normales en Memphis, los operadores de los barcos afirman que están pasandolo mal.
"Es duro para los equipamientos porque el agua es tan poco profunda que estamos dañándolos", afirma George Leavell, vicepresidente ejecutivo de Wepfer Marine, que opera el Ricky Robinson y otros 21 barcos remolcadores en ocho puertos a lo largo del Misisipi y dos de sus afluentes.
"Tenemos que gestionar más barcas porque no podemos cargarlas tanto, y hemos perdido una parte significativa de nuestra área de flota".
La última vez que el Misisipi descendió a niveles tan bajos fue en 1988, cuando las pérdidas de la industria naval se estimaron en 1.000 millones de dólares. Este año no es tan extremo, pero se está acercando preocupantemente.
Ya ocurrió dos veces este mes que las grandes barcas hayan recorrido la zona de Greenville, en la parte baja del Misisipi en Memphis, forzando a parar la navegación y deteniendo a cientos de otras barcas para que dejaran de transitaran hacia arriba o abajo del río.
Una típica barca del rio Misisipi tiene unos 61 metros de largo y 11 de ancho. Cargada de manera total en condiciones normales puede transportar hasta 70 camiones de los que se ven en las autopistas.
Pero los bajos niveles de agua obligan a las barcas a salir parcialmente llenas, para evitar que toquen el lecho del río.
Cada descenso de 2,5 centímetros en el agua rebaja la capacidad de carga de un barco en 17 toneladas, afirma la asociación industrial de operadores de canales fluviales de Estados Unidos (American Waterways Operators).
"Muchos de estos son barcos de granos que se usan para transportar maíz, soja y arroz", dijo Leavell a la AFP, apuntando desde la cubierta del Ricky Robinson a la hilera de barcos vacíos amarrados en la orilla.
También se transportan por barca sustancias químicas, productos petrolíferos y carbón para centrales eléctricas, por lo que los costos más altos determinados por el bajo nivel del agua podrían suponer mayores precios para los consumidores finales.
A esto se suma este año los precios más altos de los granjeros como resultado del impacto de la sequía en la producción de granos, que en su mayor parte son transportados por el río Misisipi hasta Asia y otros mercados globales.
"Los consumidores tienen que estar dispuestos a pagar el precio, y el costo de llevar (los productos) al lugar donde son procesados es parte del precio", explica a la AFP John Gnuschke, profesor de economía de la Universidad de Memphis.
"Estamos comenzando a alcanzar un nivel grave", añade Leavell, de Wepfer Marine.
"Tendremos que reducir las corrientes, (...) pero lograr que las barcas entren y salgan de este pequeño puerto será un problema".
Fuente: Univision
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