Puerto de la OTAN
"Celos". No cabe otra explicación, se preguntaba esta semana uno de los ejecutivos del Puerto de Las Palmas para entender la ofensiva institucional del Cabildo de Tenerife contra la inclusión de La Luz en la malla europea que permite financiar obras de infraestructura portuaria por 80 millones de euros.
La polémica ha salpicado al presidente del Gobierno, Paulino Rivero, quien se vio obligado el pasado jueves a defender, a través de su portavoz, la reivindicación santacrucera para adherirse a la Red Transeuropea. Rivero, además, ha sufrido un fuego cruzado a tres bandas en el corazón de Santa Cruz. Auspiciado por Ricardo Melchior (Cabildo), José Bermúdez (Ayuntamiento) y Pedro Rodríguez Zaragoza (Autoridad Portuaria), las sospechas implican a la Oficina Canaria en Bruselas, la sede diplomática del Ejecutivo, cuyo director, José Miguel Luengo, mantuvo en secreto desde el mes de junio, la operación de Tenerife para remover la candidatura del Puerto de La Luz con el fin de que Tenerife liderara en solitario las ayudas de la Red.
En los últimos 10 días, desde que Bermúdez hizo público el éxito de Las Palmas, el pleito insular se ha reavivado en Tenerife, pero, por vez primera en 15 años, los dirigentes económicos y políticos de Gran Canaria han creado un frente defensivo en torno al Puerto. «Todos rechazamos el pleito, pero el equilibrio insular está roto desde hace tiempo en favor de Tenerife», afirmó con total nitidez el presidente de la Cámara de Comercio, José Sánchez Tinoco, a quien Paulino Rivero lleva dos años cerrándole el paso para que entre en el consejo de la Autoridad Portuaria.
Pero en medio de la controversia, Luengo, Rodríguez Zaragoza, Bermúdez y el vicepresidente del Cabildo tinerfeño, Carlos Alonso (un exalto cargo del PP metido ahora a nacionalista), pasaron por alto un elemento de peso. «El Puerto de Las Palmas es una cuestión de Estado, no del capricho de corporaciones locales que buscan a la desesperada subvenciones en medio de la crisis», según fuentes del Ministerio de Defensa consultadas por este periódico.
En unas escuetas declaraciones en los pasillos del Gobierno, el vicepresidente, José Miguel Pérez, evitó pronunciarse sobre la confrontación insular, pero dio un aviso a navegantes: «¿Alguien duda de que el Puerto de La Luz no va a salir jamás de la Red? Yo, no».
Más allá de la estadística que el Ministerio de Fomento remitió en junio a la Comisión Europea acreditando que La Luz aglutina el 1% del tráfico comunitario (400.000 teus en el primer semestre, muy por encima de Santa Cruz de Tenerife, con solo 2.210), Las Palmas dispone de un espacio estratégico que «se superpone a cualquier otra condición: el Arsenal».
La instalación militar, visible desde cualquier punto de la bahía capitalina, ocupa 105.000 metros cuadrados y Defensa la ha dotado en la última década con sofisticada tecnología, convirtiéndose en una de las escalas singulares para las maniobras de la OTAN en el área atlántica que mira a las costas africanas. Desde Mauritania al Golfo de Guinea, la Base Naval participa en la vigilancia sobre grupos terroristas, crimen organizado, cárteles suramericanos y piratería (como el secuestro reciente en Togo de un mercante).
Esta misma semana, una de las fragatas Taylor de la Armada estadounidense evaluó con nota el simulacro realizado a pie de muelle, con el fin de comprobar la seguridad de las instalaciones civiles y militares ante la posibilidad de una eventual guerra en Oriente Próximo entre Israel e Irán, con el consiguiente riesgo de cierre del Canal de Suez y el desvío de buques por el Atlántico. «Si Tenerife quiso tumbar alguna vez al Puerto de La Luz, olvidó que es más que un puerto de abasto. Es un enclave decisivo para la defensa de España».
Fuente: Canarias7
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