El Valbanera, el «Titanic» de la emigración canaria, cumple casi un siglo de incógnitas
El escritor cubano, Mario Luis López Isla, publica una documentada obra sobre la mayor catástrofe naval española en tiempos de paz que rectifica muchas leyendas sobre la tragedia
Después de casi un siglo del trágico naufragio del trasatlántico Valbanera, el mayor desastre naval español en tiempos de paz, su desaparición en aguas caribeñas, con 488 personas a bordo, continúa encerrando incógnitas sobre las que ha puesto luz el escritor cubano de origen canario, Mario Luis López Isla.
Esta semana se ha presentado en Canarias su documentada obra literaria que lleva por título “Valbanera: Réquiem por un naufragio”. El minucioso trabajo realizado en colaboración con Julio González Padrón, marino mercante, escritor y Delegado de la Real Liga Naval en Las Palmas de Gran Canaria, acerca con todo lujo de detalles la magnitud del drama. También rectifica y esclarece los hechos tal y como sucedieron en 1919.
Aquel martes 9 de septiembre de comienzos de siglo, la vida de cientos de canarios se vio truncada por la desgracia. Todo comenzó un mes antes. El 10 de agosto, y después de varios aplazamientos, el vapor Valbanera zarpó de Barcelona. Dos días antes, la inspección de inmigración había hecho un exhaustivo reconocimiento de los medios de salvamento del buque.
Los anuncios publicitarios resaltan "el servicio inmejorable" y los precios "altamente económicos" que ofrecía la naviera Pinillos Izquierdo y Cía., propietaria del crucero.
Un día después de salir de Barcelona, hizo escala en Valencia, y el día 13 entró en Málaga, donde embarcó un cargamento de aceitunas, frutos secos y vino.
Al atardecer de ese mismo día, marchó rumbo a Cádiz y el día 17 arribó a Gran Canaria. Embarcaron 251 pasajeros -otras fuentes cifran que fueron 259-. Al menos diez procedían de Las Palmas de Gran Canaria; 28 de Telde; 13 de Santa Brígida; 23 de la Vega de San Mateo; 18 de Arucas; 27 de Teror; 12 de Valsequillo; ocho de Valleseco y tres de Tejeda.
El 18 de agosto otros 212 nuevos pasajeros subieron a bordo en Santa Cruz de Tenerife. En aguas de la bahía tinerfeña también repostó carbón, agua y víveres frescos. Su llegada a la isla fue anunciada a bombo y platillo.
Moderno y rápido
El periódico tinerfeño 'La Prensa' publicó el 24 de junio -más de 15 días antes de su escala- el siguiente anuncio: "El moderno y rápido va por de dos hélices y ocho mil toneladas Valbanera, pasará por este puerto con destino a los de Santiago de Cuba y La Habana en la primera quincena de julio próximo, admitiendo pasajeros y carga, debiendo dirigirse las solicitudes de hueco con la oportunidad debida, al agente de la compañía en esta plaza".
Antes de cruzar el Atlántico, el día 21 del mismo mes, 106 emigrantes más se unieron al pasaje en Santa Cruz de La Palma. Este sería el último puerto de escala del crucero en España, y cuentan las crónicas que al girar la cadena del ancla en el puerto palmero, la perdió. Una señal considerada de mal agüero por los marineros de la época.
La mayoría de los pasajeros eran personas humildes que emigraban en busca de un futuro mejor que no les brindaba Canarias, abrumadas por las dificultades de una época de miseria y escasez. En total, viajaban 1.236 personas, entre pasaje y tripulación.
Julio González Padrón considera que podrían viajar entre 1.700 y 2.000 personas, entre pasajeros, tripulantes, polizones y los famosos quintos, es decir, soldados que viajaban identificados con un número. A bordo incluso iba una mujer francesa, pero "el 90% era de origen canario procedentes de todas las islas".
Por delante quedaban múltiples escalas y vicisitudes por el mal tiempo. Eran los tiempos de la desgraciada "gripe española" o "Spanish flea" como la bautizaron los países anglosajones, y en los puertos de destino de los emigrantes españoles, como en los de Cuba, se tomaban medidas sanitarias para evitar la expansión de la epidemia.
Tras atracar primero en San Juan de Puerto Rico, el barco se dirigió a Santiago de Cuba, adonde recalaría el 5 de septiembre. Allí se quedaron en tierra 742 afortunados. Entre estos pasajeros, 27 vecinos de Teror. Muchos, relata Julio González Padrón, se despistaron o se fueron a tomar ron y no llegaron a coger el barco. Los emigrantes iban a Cuba a buscar trabajo y eso pudo explicar el desembarco masivo en Santiago de Cuba sin esperar a llegar a su destino final, La Habana.
Las 488 personas restantes que sí embarcaron rumbo al puerto de La Habana jamás volverían a tierra. El 9 de septiembre, el capitán del Valbanera solicitaba la entrada a La Habana, pero la respuesta que recibió fue que estaba cerrado por un ciclón.
El trasantlántico se fue a pique en medio del viento huracanado a una velocidad que aún hoy sigue siendo un enigma. "La maniobra del capitán fue un poco extraña, incomprensible, la menos adecuada. Tomó rumbo norte, giró hacia el vórtice del ciclón", destaca el marino mercante.
De hecho, se cerraron todos los portillos de temporal -ventanas-, a excepción de uno. Un vez que en aguas de La Habana le dijeron que "corriera el temporal fuera -expresión que significaba que no podía atracar-, mi teoría es que el barco se quedó sin máquinas y sin gobierno", subraya.
Tras maniobrar, el buque embarrancó en las arenas movedizas de la costa cubana, en una zona muy próxima a Florida. Zozobró y se escoró sobre el costado de estribor y fue cubierto por las olas embravecidas. El hundimiento fue cuestión de minutos.
Prueba de ello es que ni siquiera dio tiempo a sacar los botes salvavidas ni pidió socorro, asegura González Padrón. Perecieron todos. Al menos 408 eran canarios. Al día siguiente, el 10 de septiembre, no se halló rastro del crucero ni de los viajeros.
Y no fue hasta el día 23 cuando se supo en Canarias que estaba hundido. El día 20 de ese mismo mes, transcurridos diez desde la desaparición, el periódico 'Diario de Las Palmas' publicó un comunicado en los siguientes términos: "El vapor Valbanera, ¿perdido?. De Cádiz comunican que allí circulan insistentes rumores de que el vapor Valbanera de la Compañía Pinillos naufragó en la travesía de Puerto Rico a La Habana. La ansiedad es muy grande por conocer noticias. Se recuerda que el Valbanera no traía en este viaje ni al capitán ni al médico que llevaba cuando trajo en julio pasado los enfermos de gripe. Hacemos votos por que no se confirme la fatal noticia".
El 22 de septiembre, un telegrama recibido en Tenerife procedente de La Habana desmentía la desaparición del barco. Pero antes de cerrar la edición confirmaba su pérdida y que a unas 30 millas de Cayo Hueso un grupo de buzos lo había localizado. Añadía: "No hay vestigio de sus 400 pasajeros".
En los años 60, recuerda el experto en esta catástrofe, un buzo americano, especialista en rescatar objetos de los pecios, encontró en su segunda inmersión un portillo medio abierto. Entró en un camarote y vio flotando el cadáver de un niño con algo de ropa.
"Juró que nunca más volvería a ese pecio. Todos los cuerpos están dentro de los camarotes porque el barco está completamente cerrado", lo que descarta, en su opinión, que fueran devorados por los tiburones y las barracudas, muy presentes en esas aguas.
"Si el Valbanera hubiese sido inglés las cosas habrían sido distintas. En marea vacía se ve la popa del barco. Inglaterra no habría permitido que a sólo 12 de metros de profundidad, que tiras una piedra y llega, los cuerpos se pudrieran allí. Eso fue una vergüenza nacional. No sacarlo en aquel tiempo habla de la poca importancia que tenía España en el mundo. Si hubiese sido un barco inglés, hubieran sacado hasta el último cuerpo y los estaríamos recordando todos los años, como el Titanic", lamenta.
El Valbanera era un crucero en el que también viajaban clientes VIP. En la zona de emigrantes se servía el llamado "menú de emigrante" que consistía en una comida al día. "Por eso los canarios llevaban gofio, higos pasados y pescado seco". Comían en la cubierta en "el comedor de emigrantes", relata. En estancias separadas estaban los pasajeros más adinerados que difrutaban de suculentos menús en sus propios comedores y cubiertas engalanadas.
Del libro destaca no sólo la ardua labor de investigación de Mario Luis López Isla, sino el "respeto absoluto a la historia y a todas las opiniones", como las que erróneamente apuntan a que el Valbanera era "el barco de las prostitutas" o que llevaba oro, concluye.
En la actualidad, su rescate es complejo y costoso, y hasta la fecha los problemas económicos han impedido reflotarlo. En medio del silencio del océano, hundidos en arenas movedizas atestadas de tiburones y barracudas, descansan eternamente cientos de canarios desde hace casi un siglo sin un momumento ni efeméride oficial en el Archipiélago que honre su memoria, reclama el historiador.
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