Trasmediterránea navega hacia su venta con unos 'números rojos' de 133 millones
Cuando Acciona ganó el proceso de privatización de Trasmediterránea en una dura pugna con el grupo Boluda en julio de 2002 tenía grandes planes para la histórica naviera. Pero el tiempo ha demostrado que es muy complicado intentar cambiar la lenta y costosa estructura de una empresa pública que durante décadas operaba sin que la rentabilidad fuera uno de sus objetivos fundamentales.
Ahora, tras el anuncio del comienzo del proceso de su venta a finales de julio, la familia Entrecanales deberá colocar a un precio atractivo y razonable para sus intereses un activo que el año pasado registró unas pérdidas superiores a los 133 millones, casi diez veces más que los 14,1 millones de números rojos de 2012.
¿Eso significa que Trasmediterránea es un mal negocio? No, pero los nuevos dueños que finalmente se la queden tendrán que continuar con una concienzuda labor de saneamiento. Tras la euforia de la compra y cuando el grupo Acciona analizó de cerca los activos de Trasmediterránea, en seguida detectó uno de sus mayores quebraderos de cabeza: la flota.
Por un lado, la histórica, que poco a poco se ha ido depreciando. Prueba de ello son los últimos resultados de 2013, ya que de los 133 millones de euros que perdió Trasmediterránea el pasado ejercicio, buena parte de esta cantidad -en concreto, 104 millones- se justifica por las provisiones que el grupo ha tenido que realizar por la depreciación del valor de los buques más veteranos. Pero el mayor problema inmediato es que la Trasmediterránea en manos de capital público ya había cerrado la compra de dos modernos catamaranes -el Milenium II y el Milenium III-. Dos buques espectaculares, a la vanguardia de la tecnología, pero que son muy complicados de rentabilizar con las actuales rutas de la naviera y el perfil del cliente que las utiliza.
Acciona ha hecho los deberes
Aún así, el grupo Acciona ha hecho los deberes para intentar cercenar en la medida de lo posible todos los fallos heredados por la Trasmediterránea pública tras tantas décadas en manos del Estado.
Según recoge la naviera en una presentación realizada en la junta general de accionistas del 11 de junio de 2014, a la que ha tenido acceso elEconomista Transporte -y que se adjunta a las cuentas de 2013 presentadas en el Registro Mercantil-, se han tomado varias medidas estratégicas que sentarán las bases para que el grupo navegue hacia la rentabilidad. La primera de ellas ha sido crear la filial MGO -Maritime Global Operator- en Malta para segregar los buques no operativos (los menos rentables) y ser gestionados de manera distinta.
En total, se traspasaron siete barcos el pasado ejercicio. La segunda de ellas ha sido aumentar en un 5 por ciento las millas navegadas en 2013 y, al mismo tiempo, ajustar la actividad en trayectos de alta velocidad del Estrecho -los que realizan los caros catamaranes ya comentados-.
Paralelamente, se han mejorado los costes de explotación un 7 por ciento con tres iniciativas: ajustando la plantilla en los barcos y poniendo en marcha un ERTE -Expediente de Regulación Temporal de Empleo- a 24 meses, racionalizando el espacio portuario y gestionando más eficazmente los servicios utilizados y los procesos de compras y, finalmente, mejorando la eficiencia operativa mediante la utilización de buques más adecuados -fletándolos si es necesario- y ajustando la programación con horarios y navegaciones a velocidades más económicas.
Todas estas medidas han comenzado a tener sus efectos. En los últimos resultados del grupo Acciona del primer semestre de 2014, Trasmediterránea ha logrado reducir su ebitda negativo de los 7 millones de pérdidas a 5 millones.
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