miércoles, 8 de octubre de 2014

Solidarios

El mayor buque-hospital del mundo acude en socorro de Madagascar

El navío Esperanza de África, el mayor buque-hospital del mundo, recalará durante ocho meses en Madagascar para atender la precaria situación humanitaria que sufre este país, donde espera superar las 2.500 intervenciones quirúrgicas gratuitas.

El buque se encuentra haciendo escala en Ciudad del Cabo, donde recluta nuevos voluntarios -entre ellos un español de origen mexicano- para completar una tripulación de multitud de nacionalidades.

"La idea inicial era ir a África Occidental, pero debimos cambiar los planes debido a la epidemia de ébola. Nuestro barco no está preparado para responder a esa situación", explica por teléfono John Rae, director de la ONG a la que pertenece el navío, Naves de Esperanza.

La difícil situación humanitaria de Madagascar y la solicitud de ayuda de su propio Gobierno les llevó a elegir este país como próximo destino en el que continuar su labor de atención médica a "los pobres olvidados de la Tierra".

Con 152 metros de eslora y cerca de 500 voluntarios de tripulación, el barco alberga un moderno hospital especializado en cirugía maxilofacial, reconstructiva, plástica, ortopédica, oftalmológica, dental y vaginal, unas especialidades a las que la mayoría de habitantes de países como Madagascar no tienen acceso.

La nave insignia de la flota de Naves de Esperanza, que desde su fundación en 1978 ha atendido a más de dos millones y medio de personas en más de 70 países, es una auténtica ciudad en miniatura, ya que. Además de la clínica, tiene una escuela para niños, cafeterías, un banco y una oficina de correos.

Uno de los voluntarios a bordo es el español de origen mexicano Pedro Niermo, estudiante de Ingeniería Náutica y Transporte Marítimo en la Universidad de Oviedo, que vivirá en Madagascar su primera experiencia en el navío.

"En el barco hago labores de marinero y alumno de puente con el capitán, los oficiales, el radar, el GPS..." cuenta Niermo, que participa en el proyecto siguiendo el ejemplo de su hermana mayor, quien finalizará su voluntariado dentro de unas semanas.

A sus 24 años, Niermo embarcó el pasado 3 de septiembre en las Islas Canarias, donde el barco estuvo anclado durante diez meses para su puesta a punto.

Su labor, como la de la mayoría de voluntarios, no tiene nada que ver con la medicina, y se centra en garantizar el funcionamiento técnico del barco y en organizar la vida de la "pequeña ciudad" a bordo, en la que durante meses vivirá medio millar de personas.

"Tenemos incluso hasta una cafetería Starbucks", se ríe Niembro, que destaca el excelente ambiente "familiar" que hay entre la tripulación, compuesta por marineros de más de 40 nacionalidades y un sinfín de motivaciones.

"Nuestro trabajo es que el barco funcione para que puedan funcionar las salas de operaciones", afirma.

"El personal médico no es mayoría. Tenemos unos veinte médicos más las enfermeras", explica Rae, quien aclara que, con visitas como la de Ciudad del Cabo, esperan reclutar a más voluntarios y dar a conocer el proyecto a más gente.

"El período máximo de voluntariado es de dos años, aunque se puede renovar, y el mínimo de dos semanas", dice el director de la ONG en Sudáfrica.

"La vida dentro del barco es bastante fácil. Trabajamos durante 8 horas al día, y después tenemos libertad para ver películas en las salas de televisión u ordenadores, los músicos pueden tocar en las salas que hay habilitadas...", relata este joven aspirante a convertirse en capitán de navío.

Las misiones del barco se financian con donaciones individuales y de empresas, que han apoyado a Naves de Esperanza desde que el filántropo Don Stephens fundara la organización.

"Recibimos también muchas donaciones de material médico", afirma Rae.

El barco -un ferry danés construido en 1980- tiene una larga relación con las Islas Canarias, donde, junto a los otras naves de la ONG, recala desde hace veinte años para someterse a labores de mantenimiento y renovación.

Entre otros trabajos, durante su última parada en el puerto de Tenerife se le ha cambiado el suelo de los quirófanos y se le ha dotado de un nuevo escáner. Mejoras ya listas para la salud de su nuevo rumbo: Madagascar.

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