miércoles, 1 de octubre de 2014

Copiar no, pero margen de mejora nos queda para aburrir...

RAFAEL RODRÍGUEZ VALERO: "NO VAMOS A COPIAR EL MODELO DE MALTA O PANAMÁ"

El director general de Marina Mercante, Rafael Rodríguez Valero, presentó en el II Congreso Marítimo, organizado por la Liga Naval, una ponencia bien meditada, con análisis y reflexiones de calado, inusuales entre los cargos públicos, habituados a descripciones insustanciales o capotazos de situación expresados con palabras campanudas, y vacías, al estilo de los políticos ibéricos.

El derrumbe de la marina mercante española a partir del año 1980, cuando alcanzó un máximo de casi ocho millones de toneladas de registro bruto, la 15 flota del mundo, se debió a “la combinación de la apertura del mercado del transporte marítimo y la permanencia de condiciones administrativas y jurídicas inadecuadas en la bandera española”. Los armadores españoles no estaban preparados para afrontar la liberalización del sector, acostumbrados como estaban a un régimen de protección y subvenciones, y con unos barcos construidos con el único propósito de aprovechar el regalo de unos créditos cuyo objetivo era fomentar la construcción naval.

“Actualmente nuestra flota mercante se sitúa en el entorno de los 2,3 millones de GTs, tamaño similar al que tenía en el año 2005, y ha experimentado un descenso continuado en los últimos años fruto de la crisis económica. En términos comparados la flota española es realmente pequeña, y su participación en el total de la flota mundial no ha hecho sino decrecer. Si en 1975 suponía un 1,51 % de la flota mundial, este año 2014 representa tan solo un 0,22%”, apuntó el director general.

Rodríguez Valero afrontó en su ponencia el tema espinoso y polémico de hasta dónde hay que descender para que una bandera comience a ser atractiva. “... existen dos formas de ver crecer la flota bajo una bandera: convertir tu registro en un registro abierto y lucrarse de los impuestos que paguen los armadores que registren sus buques, Malta o Bahamas, o tratar de que la bandera de tu país sea competitiva para los armadores nacionales. Este segundo camino es por el que optó España mediante la creación del registro especial canario y a pesar de algunas disfuncionalidades en términos generales puede decirse que está funcionando”.

Rafael Rodríguez Valero es tal vez el primer director general que ha comprendido, de verdad, la importancia creciente de la náutica de recreo. “El Mediterráneo es nuestro petróleo”, sostuvo. “Por ello, estamos poniendo un gran esfuerzo en las actividades propias de la náutica de recreo que, tradicionalmente, se han tratado como una hermana menor de la Marina Mercante, con mayúsculas, pero que actualmente se postulan como abanderadas de una nueva etapa del mundo marítimo, en la que debemos ser líderes”

La última parte de su ponencia la dedicó el director general a reflexionar en voz alta sobre las exigencias medioambientales contenidas en las últimas enmiendas del convenio Marpol y en el desafío que supone para las empresas el cambio de combustible de los buques, del fuelóleo al gas natural licuado (LNG, liquified natural gas). Maquinista naval jefe y profesor universitario, Rodríguez Valero ofreció una pequeña lección sobre los problemas técnicos que plantea el cambio de combustible en los motores marinos y algunas posibles soluciones.

Antes de acabar, el director general volvió a recuperar el hilo de las banderas de conveniencia, con un mensaje claro a lo que sabía iban a exponer los representantes de los navieros: “En ocasiones se achaca a la administración española el tener una bandera poco competitiva, pero tengan presente que es lo que perseguimos con el tamaño de nuestra bandera, podríamos tener una flota enorme simplemente copiando el método de funcionamiento de Malta o Panamá, ahora tendríamos que tener claro que eso poco tiene que ver con una flota donde marinos españoles estén embarcados y trabajando, o donde se generase un verdadero sector industrial marítimo más allá de unas cuantas gestorías u oficinas de abogados, el camino para el desarrollo de nuestra marina mercante no pasa por atajos de ayudas de estado y registros destinados a la recaudación fiscal, lo que por otro lado no quiere decir, soy muy consciente de ello, que el Registro especial canario no pueda mejorarse para convertirse en una fuente de crecimiento de nuestra marina mercante”.

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